domingo, diciembre 04, 2011

Herencia



Dedico mis palabras a mis hijos nonatos y no concebidos, porque son más infinitos que la muerte.


sábado, octubre 08, 2011

Filosofía

No me las voy a dar de tan hedonista,
no sólo hay placer en la vida,
también descanso
y silencio




lunes, septiembre 05, 2011

En el mar

Salió la gaviota agotada
después de atravesar algo de agua.
La llegada parece no ser nunca una llegada
cuando se recuerda tanto.
Recuerda la gaviota arrepentida
el pez que dejó pasar.
Acá, ahora,
estamos ausentes del pensamiento de la gaviota,
entre las piedras erguidas de cara al viento
nos alegramos que su pensamiento esté en el mar
y nosotros en el pez.


domingo, junio 05, 2011

Sobre la literatura

Un libro de poemas
es mucho más lento
de leer que una novela,
incluso El Quijote,
o Los miserables,
porque a cada uno
hay que leerlos veintinueve mil seiscientas millones de veces
o las que haga falta
para que se estampe en las retinas,
se digiera bien
recorra las arterias
retorcijonee las tripas
se defeque y desde la calidez íntima del inodoro
suba hasta inspirarse hondo y así
invadir
todo el organismo.


viernes, marzo 11, 2011

Las 4 estaciones de Vivaldi

La primavera.
1er mov: Típica, grandiosa, mil veces oída, mil veces vista, mil veces sacada a pasear por la placita. El tema se repite para que no queden dudas. Después dos violines se juguetean como dos moscas a punto de fornicarse. [1'10''] Florecen en coreografía los árboles y los hongos. Algo aparentemente trágico se anuncia, y un violín se queja, puro espamento, no pasa nada grave, como un niño, el tema se hace menor no más y cae la noche fresca, hermosa de primavera, el eco del día queda resonando.
2do mov: En un colchón de cuerdas, un violín se retuerce de lamentos de amor.
3er mov: Amanece de nuevo como es de esperar, como también llega cada año la primavera, el sol atravesado rebota decidido entre rocas y yuyos y despierta a las hormigas, ranas, osos, culebras y los demás y les dice que la vida es hermosa pero que no les dura mucho más que mientras estén en su presencia.

El verano.
1er mov: Pesado y sudoroso, como una noche de enero en Mendoza. Las cosas y los ratos se apelmazan, cuesta caminar. Chispea y el ánimo se levanta, los insectos tienen motivos para vivir, pero el hastío siempre vielve. [3'00''] Amenazan las nubes, el aire se mueve y se activa la respiración de los sonámbulos.
2do mov: Entierro de un recién nacido. Se marcha sin ganas con la vista en el suelo que pasa lento hacia atrás, con dolor en el vientre. Las opciones de imposible futuro del difunto se anuncian de a ratos, persistentes y extorsionan el ánimo.
3er mov: La tormenta explota, pasan los siglos, las frutas se pudren, las semillas se ahogan y a los mortales se les mezcla el sudor con las lágrimas.

El otoño.
1er mov: Las hojas se doran como si eso tuviera algún sentido. Salen de los espacios publicitarios, de las cortinas de programas de radio, y se van cayendo, una a una, al suelo. [1'11''] En el suelo hay alimañas que aprovechan a alimentarse de las hojas antes que tengan que hibernar. [2'10''] Las termitas dominan la tierra, devoran los árboles, muebles y casas de gobierno. El violín es cómplice. Observa. Y acepta. [3'28''] Un anciana (otro violín) sufre por la pérdida de su jardín. Sus quejas llegan a las nubes y en el olimpo los dioses debaten su sufrimiento. Se burlan y siguen bebiendo vino tinto a merced de las termitas.
2do mov: Una mantis religiosa pasea entre los despojos y a su camino encuentra seguidores de su cuento carismático. Todos nos enamoramos hipnóticamente de ella..
3er mov: Marchan las raíces por debajo de la tierra, a reconstruir el mundo. Dos violines llevan el estandarte de la gloria y resurgimiento ingenuos. Como un rompecabezas arman el planeta, acostado y plano como un rompecabezas armado.

El invierno.
1er mov: De a una se congelan las cosas, salvo el aire, que se agita agudo y tiritando hace escabullir los pensamientos de los ateridos. Hasta que despiertan lúcidos como nunca más después.
2do mov: ¡Cómo se luce hasta el césped después de una helada! El sol platea la escarcha y la humedad es lírica entre las ramas suspendidas en tiempo y lugar. Algo de hielo se derrite y cae en gotas que no se evaporan nunca.
3er mov.

jueves, marzo 03, 2011

Artes mayores

Dice el erudito decepcionado: Ni García Lorca en palabras como las que dice el viento que dice a la niña, deja que levante tu vestido para verte. Ni las rimas seductoras de unos quevedos. Ni el mismo Cervantes, con su Quijote, un par de veces disfrutado. Ni la fuga de Bach esa, no me acuerdo en qué tonalidad, ah cómo me gustaba estudiarla. Ni la prosa de Saramago, Melville, o Carpentier, de las de música perfecta. Ni una trompeta de Davis. Ni un aranjuez de Rodrigo. Ni el poema de Girondo. Ni la historia de la filosofía. Ni el big bang. Ni las ciencias que no entiendo y admiro. Nada.
Nada. Es tan cautivadoramente sublime como esta palta que me estoy comiendo.


Fin de un día

La noche llega
y me trae la negación de todas las cosas.
Después la negación y hasta las cosas se van.
Y sólo queda la noche.


lunes, febrero 28, 2011

Escribe Montserrat su diario en 1978

Hoy, enojada. O haciéndome la enojada, que vendría a ser lo mismo. Enojada con el Pibe, tipo estúpido. El Pibe mi corazón de melón con sal, mi mango sin cáscara que me lo quiero comer a besos. Pero tengo que ser fuerte, me estoy haciendo la enojada y se lo merece, así que tengo que aguantar. No le contesto y miro la tele como si me interesara. Y si, ya me tiene podrida, yo a sus caprichos, yo a su servicio, y los míos a lo último, y si es que, porque después a esa altura ya está cansado. Yo, su durazno en almíbar, su compota de frutillas con merengue. Tanto apelativo. Para qué. A mi me gusta, pero sólo en sentido figurado. Pero entonces hoy vino juguetón como una gatito a hurgarme la nuca haciendo poca atención de mi seriedad y lo rechacé enojada. Ahí tenés tus frutas, le dije cortante y me encerré en el cuarto. Esta mañana yo no tenía ganas, y además al final pareciera que le gustaran más que yo. Casi que estoy celosa. Me hizo quedar inmóvil y desnuda, acostada boca arriba mientras me iba decorando como una frutera de centro de mesa. Poniéndome encima y encima del colchón, continuando mi figura, todos los colores de frutas posibles. Ananá en argollas se me pegaban a los senos, los huecos de las clavículas, del estómago y al costado del cuello repleto de frutillas, cerezas, frambuesas, uvas. Medialunas de melón por las costillas, en fin, duraznos, peras, manzanas rodeándome, metidos hasta las axilas, y a lo último, como frutilla de postre, sandía, una media sandía entibiada precavidamente antes por el Pibe un largo rato al sol. Yo la tenía que sostener entre las piernas abiertas mientras el Pibe arrodillado entre mis piernas me miraba extasiado haciendo un agujero sensualmente con el dedo en la sandía. Yo lo miraba. Con mi manera de mirar que es de cariño pero no se nota. Parezco seria y represiva, pero es una seriedad contemplativa y admirada. Me gusta verlo excitado, es bello. Y es más bello porque no sabe que es especialmente bello cuando está excitado. Está en su mundo. Y eso también un poco me molesta. Con las frutas parece que está más enamorado de ellas que de mi. Me dice palabras de amor y palabras sensuales, pero mientras acaricia la sandía y es como si fuera a ella a quien le habla, me besa y muerde el cuello pero sobre las frutillas semiescrachadas en mi piel. Se saca toda la ropa, me mira de arriba a abajo, le deslumbran los colores. Se desnuda como un niño, torpemente. Lo miro con mi ternura seria y me gusta que vea que estoy un poco distante, para que sienta que tiene que estimularme más. Me dice cosas obscenas pero yo no cambio el semblante, me excito un poco más, y bastante más por verlo desnudo e ingenuo y natural. Está desnudo y está erecto, arrodillado entre mis piernas, lo veo imponente. Creo que el Pibe tiene un pene especialmente bello, no sé si será el amor, o la confianza, pero me parece hermoso y me gusta para agarrarlo desde abajo, acariciarlo desde la entrepierna, las ingles, los testículos, agarrarlo con la mano entera y disfrutas el glande enternecida hasta las tripas. Pero no ahora. No lo puedo agarrar porque lo está ocupando en agrandar el agujero que había empezado con el dedo. El Pibe goza, goza que no cabe en si, es gutural, es visceral, es auténtico. Va lento, penetra la sandía con cautela, una parsimonia de movimiento con intensión sobrecargada. Intenso y lento. Le digo que no embista porque la cáscara dura me duele contra la pélvis, se tiene que apoyar en sus brazos y entra y sale de la sandía casi flotando. Mejor, porque desde ahí puede ver bien todo y se agacha cada tanto a comer de mi cuello y a besarme en la boca con jugo de frutas. Sé que mañana se me va a ir el enojo después de sus explicaciones: sólo vos sos la importante, mi amor, la única, la verdadera. Esas son para diversión pasajera".

Hoy el Pibe me cogió bien. Y se las da de un aire arrogante que me causa gracia y lo veo infantil. Pero yo sé que fue gracias a mi. Yo marco el tempo y le pongo la esencia, el tono, si va a ser de tal cual estilo. Le mostré uno por uno los papieres de Klimt y yo buscaba las poses de esas modelos y le pedía que me fuera corrigiendo. Yo me masturbaba suavemente mientras le decía cosas cariñosas, que lo deseaba, que lo amaba, que quería su mano en lugar de la mía, que quería su lengua en lugar de su mano, que quería apretarle con mis muslos su cintura mientras me penetraba honda y húmedamente. El Pibe miraba los dibujos, me miraba a mi, me oía y no decía palabra. Mantenía su altivez solemne y atenta y a mi me observaba con el respeto a una actriz. Me encanta actuar para él y usar este escenario que es mi cueva y mi nido, la habitación amplia y cobriza de pisos de madera y casi despojada de muebles, con telas sugerentes, texturas eróticas y colores que se encienden más en nuestros besos. Hice de este cuarto una extensión de mi cuerpo y en él hago lo que quiero. Hago lo que el Pibe quiera, y mi placer es máximo cuando el placer también es suyo. Ya en un punto en el que la excitación no podía hacerme razonar más, dejé de escuchar las indicaciones del Pibe, me olvidé de los papieres e hice uno que a Klimt se le habrá olvidado dibujar. Inclinada sobre la cómoda, dándole la espalda al Pibe, con una pierna levantada hasta apoyar el pie en una silla, me levanté la pollera azul pesada, única prenda que me quedaba puesta, y me la enrollé en las ancas, dejándola caer por adelante y los costados como una cascada y mostrando al Pibe las entradas a mi alma. Yo estaba tan inclinada que casi podía mirarlo al revés por entre mis piernas. Con una mano me apoyaba en la cómoda y con la otra me tocaba la vulva, sus labios, su contorno, el clítoris y acariciaba la entrada a la vagina, aunque sin meter los dedos, quería aguantar y dejarlo para después y que el Pibe estuviera atento de si algo entraba por ahí. Yo estaba tan mojada que sentía que podía chorrear hasta el piso, era un volcancito lento que no paraba de bullir y la humedad fue tanta que sentí que había metido la mano en merengue. El Pibe decía que quería beber de mi fuente, que quería hundirse en mi lodo, y en sus palabras, las imágenes me inspiraban una sensualidad de mar, de ola que viene, se va y vuelve, frotando la arena y meneando otra ola. Yo estaba casi en mis últimos alientos cuando entonces el Pibe vino a mi completamente duro, y se hundió, como él había dicho, sin agresión, suave como yo había empezado, hasta lo más hondo, salió, suave, hasta casi salir del todo y volvió a entrar hasta el fondo, donde, trémolo me abrazaba y apretaba como para nunca perderme, y a mi se me reventaba el corazón y la garganta en el orgasmo mientras el Pibe derramaba su tibieza en mi y me comprimía con sus brazos gruesos el pecho y el vientre. Dame tu lengua, le dije, y me besó como la primera vez.

Anoche tuve un sueño que refuerza mi amor con el Pibe, y por el Pibe. Hacíamos el amor, o mejor dicho estábamos por hacer el amor, y él me preguntaba ¿Te gusta la coprofagia? y yo le decía, me gusta todo con vos, mi amor. Entonces cagaba, algo gigante en un plato y yo le decía ay, no, no, mejor no quiero, y él me decía, pero mirá, si es rico. Y lo que había en el plato se trasformaba en un postre de chocolate y dulce de leche y yo comía maravillada mientras el Pibe me besaba el cuerpo y se tiraba pedos que parecían de café.
Le conté el sueño al Pibe y él me dijo que una vez soñó que estaba en un tren y una mujer sexualmente llamativa lo sedujo y lo hizo sentarse entre las piernas bajo la muy corta falda de ella y sintió que estaba muy húmeda ahí, pero notó algo extraño y demasiado texturado. Sacó la mano y vio que lo que tenía era atún con ketchup. Y a él le encanta, le fascina el atún con ketchup. Entonces, doblemente excitadísimo, bajó a comer de entre las piernas de la mujer.

La lluvia no es lúgubre. Está bien, hay oscuridad, los pájaros no cantan, no dan ganas de salir. Pero no le eches la culpa a la lluvia.
El día no es denso, el tiempo no es malo, el lugar no está podrido, somos nosotros.
Mi amor, si con un recuerdo me alcanza, para qué más. Con que seas, no sé, algo, una marca, un olor perdiéndose ,una mordida, el dolor de los tendones de la entrepierna después del sexo, alcanza.
No pretendas (¿para qué? no vale la pena) estar más, ser más. Si arriba, abajo, mismo adentro mío, hay un no sé qué de nauseabundo, y lo lindo tiene un no sé qué de angustiante.
Quedate perdido. Yo encuentro las señas, y siempre voy con mi manual para recordar.

Decime qué querés que te traiga, si a mi casa voy. Que queda en el infierno de los mundos, ida y vuelta, es sólo un rato, voy así, voy de sonámbula, y te pienso mientras tanto (¿sabés, que he estado soñando bastante con vos?), y me hacés acordar a las miles de lenguas que salen a recibirme en el camino, largas, húmedas y amables como un bostezo tuyo una mañana con resaca, pero sin el olor a alcohol mal digerido. No me puedo tocar la piel porque entre mi mano y yo se pringa el espacio, se resbala, se escurre, y cuela por las axilas, por detrás de las orejas, por entre las piernas y sube blando y lamiendo caliente por entre las nalgas. No puedo seguir avanzando, no se ve nada, y se me frena el paso, estoy entorpecida en un mar de humores que me manipulan los miembros, frotándolos y flexionándolos a su placer, hay momentos que no piso el suelo. Me queda dejar de resistir, cuando puedo confiar mi siesta y tenderme al amparo de tus mil manos que vienen a tocarme. No sé qué haría sin vos, mi amor.

martes, febrero 01, 2011

La vida misma

Lo que hacemos va en cierta coherencia
con lo que recordamos que hicimos.
Lo que somos va en cierta coherencia
con lo que recordamos que fuimos.
Lo cierto es que recordamos muy poca
parte de todo el pasado. Y cada vez menos.
Y el pasado es cada vez más.
Podríamos inventarnos recuerdos nuevos.
Deberíamos poder elegir nuestra personalidad.