domingo, agosto 26, 2018

Dos

Admito la depresión pero la odio ideológicamente,
no soporto el egocentrismo absoluto del depresivo,
de creer que el sufrimiento es mi propiedad privada
y la sensibilidad mi esencia.
Vivo entonces con la adicción al sufrimiento
y también siendo la burla de mí misma,
desvinculándome, no creyéndome en lo que siento,
siendo a la vez dos que no hablan el mismo idioma
pero que no se caen tan mal como para soportarse
en el devenir infrenable del tiempo que se pierde.

jueves, agosto 23, 2018

deslices borderline

Una imagen de mí que no soy yo se encalla entre el recuerdo y la espera. Cómo hará mi cuerpo para colarse entre mis dedos. Ellos lo sostienen pero viscoso se transforma en penumbras. Soy más ese tiempo perdido
que estas fibras quejumbrosas. Adonde voy no hay umbrales donde llamar ni puertas que abrir y las paredes las tengo dentro.

Hay herrumbres, las oigo como si lastimaran con sus filos, pero cada vez soy más inmune a todo lo que es.

Estos futuros instantes del pasado que son el ahora, limbo de inexistencia, se parecen mucho a la muerte con su carácter de desagüe, eco oscuro. No sé. Y el olor, de piedras y humedad. Y el idioma. Ojos que hablan con los ojos sobre los ojos y mis ojos lloran sobre los paisajes imposibles.

Quise hablar del olor recién, para pensar en algo que haya en este silencio de carne, silencio de historia, silencios habitantes de rincones. Bajo la bruma los pies de agosto,
fríos de agosto palpan las baldosas. La bruma de la ensoñación habría de abrigarme abriendo vertientes de sangre seca. Así me sumerjo en esos líquidos sin bordes, sin continentes, sin profundidad, sin buscar.

Y esa risa que se quedó congelada, como una máscara grotesca, es el tiempo desordenado que me corre por dentro mirando a mi presente enjaulado y temeroso.

A la soledad no la odio ni la quiero, porque la tengo conmigo, es mi par. No es mi amigo el vacío ni mi enemigo, porque ese vacío soy yo, y soy mi propia indiferencia viéndose en el reflejo de un lago estancado, en el que en el fondo atadas a piedras están las posibilidades que no fui, difusas.

Trato de mirarme las manos, pellizcarme un brazo, para entender que existo, pero me distrae la no existencia y el no entendimiento.