martes, diciembre 03, 2019

Laberinto

En un laberinto ni se sale ni se entra,
se intestina
sin dirección deambulosamente
tampoco se pierde o se gana,
en ese afán egocéntrico de jerarquizar
y el tiempo...
ah... no voy a hablar del tiempo, ese maldito símbolo despótico inmaterial demasiado banalizado o lo contrario y puesto en demasiadas formas.

...qué sabe el laberinto del tiempo.

Ya quisieras que ese laberinto exista
para cubrir tus excusas de locura
y desorientación
y de pérdidas de tiempo,
pero qué sabe el laberinto del tiempo.
Qué lástima que no hay ecos en mis pies
sobre el suelo abismal de los intestinos
que creí los míos.

Así es como cuando consigo salir
me caga a mí misma mi lógica.

jueves, noviembre 28, 2019

Cosas pendientes

Dudo levemente en abandonar
mis días de desidia,
entusiasmada tacho de unas listas
de cosas pendientes todas mis cosas
de mi lista de cosas pendientes
dispuesta a dejarlas para la próxima
vida en que esté dispuesta a no hacer listas
de cosas para no dejar pendientes,
próxima vida en que no esté dispuesta
a despreciar mis días de desidia
por listas de cosas para tachar.
Lo más cercano a sentir libertad
sería no analizar la desidia,
evadir las listas, no atribuir
pendientes a las cosas que no existen,
dudar levemente en abandonar
y abandonar todo.

No me sale escribirle al amor, sonetos

1. No le pongo título para que no sea cursi

No te idealizo yo, eh, de verdad,
ni traduzco tus gestos en amores,
no quiero que me sirvas o me adores
ni me rescates de la ir/realidad
como no lo hace ya mi soledad,
tampoco quiero comparar errores
con el parámetro de mis errores
o hacer examen a tu libertad.
No priorizo antes de mi voz tu voz,
ni te pretendo summum de hermosura
o caja de consuelos, ni por los
¿defectos? te atribuyo más ternura.
Pasa que cuando duermo así, sin vos,
mi insomnio y cuerpo son una tortura.


2. Éste habría que trabajarlo más pero qué paja

Pelotudez pelotudez dos puntos
algo así de lo mutuo bla bla bla,
cuestiones de felicidad, de hablar
de si importa o no estar o no estar juntos.
Y si juntos o no es vida mísera,
y algo más del oxímoron tedioso
del hielo abrasador... no sé qué coso.
(¡Manera del latido de una víscera!)
Lo que resigna (pero no resigna
sustancia y jerarquía). Mi chanchín,
siempre hay apodos chotos y se indigna
nadie nobody o quien no importa en fin.
Es lo opuesto o lo mismo a la consigna
capciosa de lo bondadoso o ruin.

Contacto

Yo sirvo poco para no estar sola
pero pierdo noción de utilidad
cuando tu tiempo y el mío se mezclan.

miércoles, noviembre 06, 2019

Efeméride del 3/11. Oda a la vida perra

El sarcófago espacial de Laika despegó un día/
predecesor aniversario de mi nacimiento,/
y yo sospecho que su espíritu anticlaustrofóbico,/
sacudiéndose como agua el pánico de su cuerpo,/
deambula liberado en el cielo literal,/
estratosféricamente literal de los perros./
Laika murió tiritando en la frontera del mundo,/
en el límite entre la eternidad y los castigos./
Entonces en vez de forzar dibujos que no veo,/
constelaciones caprichosas de años luz de puntos,/
pienso en esta diosa peluda que gruñe y se mea/
en nosotros cada vez que truena, llueve y graniza,/
y si titilan las estrellas debe ser un juego,/
algún ritual para extirparle la docilidad/
y transformar los ángulos del firmamento/
en sonrisas salivosas de cánidos jadeantes./
Le ofrendo mi vuelta al sol como para recordarme,/
nunca olvidarme de lo absurdo de los sufrimientos,/
la innecesidad del sacrificio, y lo invaluable,/
lo infinita e indeciblemente invaluable del ocio.

lunes, noviembre 04, 2019

Océano

He ahí esos lobos de espuma
que muerden trazos de huellas,
caminatas de los muertos,
pasos antiguos y voces
inventados o borrados
y ancestros hasta moluscos
del día uno de mundo.
El mar engulle a las bestias
y a quien piensa que separa
esas mentiras que llaman:
extranjeros.
¿Alguna vez te engulló?
¿Quién no rozó en el mar los labios de la muerte,
aun en las fantasías de la muerte?
¿Quién no quedó en el hipnótico
movimiento de su espacio,
preso?
¿Te naufraga el infinito
por los huesos, por la sangre?
¿En qué barco como píxel
se va a anclar toda tu historia?
Si me dicen libertad
lo más que se me aparece
y que me da por decir
es el sonido, el olor,
ese olor,
ese sonido de furia,
ese confiar que le temen
hasta los astros, los dioses,
que le hicieron homenaje
cerebros tristes, eufóricos,
desconsuelos, esperanzas,
masacres, mitos, suspiros,
que lo alimentan cadáveres
y vivientes lo desahucian.
Dicen desde otra galaxia
que quizás el mar no existe,
yo sin nada que perder
hundo los pies en el agua.

martes, octubre 29, 2019

De gatos y celos

Los gatos son celosos de los libros. Hoy Sombra saltó cazadora sobre el sillón donde estaba yo y frenó en seco como si se hubiera dado el hocico contra algo invisible ante lo distinto del paisaje. Se acercó desconfiada al objeto que yo tenía, frío, cuadrado, con olor a algo que no respira, me atropelló una mano y me hizo leerle el pelaje con mil puntos de braille escritos con obsenidades, me miró a los ojos obligándome a que le recorra atenta cada renglón de su intimidad, ronroneó anteponiendo la cabeza a las hojas haciendo callar la tinta, me clavó las uñas para dejarme escrito en la piel todo lo que tengo que decir de ella.

lunes, octubre 21, 2019

La vida tiene la coherencia del azar

La vida tiene la coherencia del azar.
Como estos dos fetos gemelos. En cierto momento de la gestación falleció uno por motivos indeducibles e incuestionables y con esa empecinada incompatibilidad de convivencia de muerte y vida cuando tan cercanamente se tratan, el feto muerto arrastró al sano consigo, y muertos los dos, sin saberse nunca tampoco cuál fue cuál, si uno fue otro o viceversa, dejaron escapar sus almas, y ya que estos gemelos si hasta nombre tenían y si hasta alguna constitución en algún lado del mundo los nombran gente por qué sus almas se quedarían atrás en esta arbitraria interpretación de existencia, decidieron entonces ir a hacer su rumbo. Y no va que una fue a parar a un feliz renacuajo, que no mucho después de tener patas y ser sapo, su destino fue desparramarse finísimo en el asfalto a continuación de una rueda de ómnibus de media distancia, y la otra a una cucaracha de solitaria vida social pero sistema nervioso gozoso.
La vida tiene la coherencia del azar.

viernes, octubre 18, 2019

El piano y el cuerpo

Pienso que no quiero que sea mi cuerpo el que, siendo mi cuerpo por redundancia y contundencia biológica, duele a mil demonios, la espalda, el cuello, las piernas, no quiero que lo sea (yo mi cuerpo, o mi cuerpo yo) cuando la prioridad son nomás diez dedos de nomás dos manos, porcentaje bajísimo de la yo total, que ya de por sí es un total mermado, lábil (sinónimo: endeble), sin fuerza ni para sostener con comodidad la atracción que hace el planeta al conjunto de células todas unidas en algo que no sé cuándo llamaron cuerpo, no sé si antes o después que llamaron a eso persona. Quisiera leer una Historia de las Palabras, para poner mi insignificante existencia en orden, y para entender de qué soy más, si de algo u otra cosa. Mientras no entiendo de eso me miro un brazo y me pregunto por qué ese brazo es mío. Por qué me importa más ser yo que otro. ¿No han probado a veces salirse del cuerpo, creerse otro? Para equilibrar mi endeblitud de cuerpo, estratégicamente me pensé como un ser de otro cuerpo, un cuerpo, digámosle, gordo. No gorda. Gordo. Un profesor, para ayudarme técnicamente con cierta sonoridad fuerte que debía lograr, me sugirió que me imaginara como un gordo de grandes brazos pesados. Me llamó la atención el masculino. Como si gordo fuera más gordo que gorda. Gordo: lo gordo. Un gordo neutro, en la época en que lo masculino era lo neutro. Me cayó bien ese masculino adjetivo. Y me sirvió la imagen. Yo saliéndome de mi yo de muchachita flaca para pensarme como un gordo. Un antagónico. Él con su privilegio de la fortaleza de su género, yo con el del cuerpo que está bien para el orden insulso y correcto del mundo, privilegios que ambos a veces son desgracias para el orden de nuestros cerebros. Quiero convivir siendo él, con el piano y su rechazo a mi cuerpo. Un volumen imaginario, una amplitud supuesta, una comodidad inventada, un invento corporalizado. Abrazo a mi traje de gordo para llorar juntos.

jueves, octubre 17, 2019

La soledad

Sola es la que a propósito se deja el cortaúñas en el bolsillo
como para que la máquina que olisquea metal
chille avisando a la policía
y la policía le acaricie las caderas, los aros del corpiño.
La que se envicia en la autosoledad
la de no estar ni con una misma
con más tiempo viendo istoris que las hojas
(de árboles o de libros),
con más oyendo a otros que a sus monstruos,
más juzgándolos que haciéndoseles amiga.
Está sola la que miente
no por maldad ni conveniencia
sino nomás porque le aburre su verdad
o le avergüenzan sus pestañas, el movimiento de su brazo.
Sola la que sus pies la llevan donde no quiere ir
y más sola la que no la llevan donde sí,
la que se le descoordina el cuerpo entre deseo y acción
o la que la timidez la censura con máscaras y escudos
sin protegerla necesariamente, quizá vulnerarla más
de sí misma.
Sola la que elige no hablar más que no oír,
la que prefiere sacrificar su tiempo antes que su dolor.
Pongan las solas sus motivos en una botella al mar, un cajón de intimidad,
por escrito, por hablado, por pensado,
hasta su misma soledad las dejaría náufragas de motivos.
Sola es la que se reprime buscar los culpables de su cobardía,
como si fuese ella.
Sola es la que cambia su inteligencia por idiotez ajena
la que recuerda paisajes pasados y no inventa nuevos,
la que persiste en la desidia
de estrellas fugaces, de hojas en blanco, de tinder, de burocracia emocional,
la que se dejó de preguntar.

sábado, octubre 05, 2019

Soneto 50&50

Cuando escribo poesía me gusta:
masticar mientras, palabrear durante,
adverbiar o eso otro, contar
sílabas con los dedos como un piano.
Degustar las palabras once veces,
hacerlo mantra, canción o plegaria
de sonido, de imagen y silencio.
No me gusta: fingir y caer bien,
no entender lo que digo, quedar corta,
que me importe pensar en quien lo lea,
mentir mis ideas, forzar la rima.
Ésta no cumple nada y no me importa
porque sólo de hacer se me babea
el hipotálamo de dopamina.

martes, octubre 01, 2019

Gato, soneto

¿Qué distingue a tu gato de vos mismo?
te gusta más que vos y no a la inversa,
tu tiempo es rígido en tu cuerpo mientras
él se lame las bolas, trepa abismos,
él se es indiferente, no entiende
de bulling, vos quizá odiaste tu cuerpo,
él tan libre y vos preso en tus conceptos.
Un ser del inconsciente porque duerme
más rato del que está despierto, sos
el último resquicio de su ojo,
la mano que lo rasca y el despojo
que le sirve postrándose a sus súplicas.
En proporción es más inteligente:
mira y caza y no duda lo que siente.


Versión previa en prosa

¿En qué distinguimos a un gato de uno mismo? En que nos gusta más, ni falta que hace un espejo. Finge también más. Esa incisión de mirada, esa apariencia inteligente, esa aura de meditación y sabiduría, son todos fingimientos, pose, falsedad. Le adjudicamos tantas cosas que no entiende, por lo tanto no son reales. Probablemente se olvidó qué pensó ayer, no te ama, te usa, le das placer si lo rascás y le das de comer. Pero no tiene la idea de la distinción entre el mal y el bien. Uno pensaría que es inferior por eso, pero es superior por lo mismo, tiene la libertad de matar sin ser culpable. A vos te van a juzgar. Vos como humano sos el ser más preso en tus conceptos, estás rodeado en mil ideas que te obligan a ser lo que sos y hacer lo que hacés. El gato es libre de mente, y vos sos su esclavo porque lo amás más que él a vos. Ni hablar del asunto de la agilidad, él es más su cuerpo que vos, vos probablemente odies tu cuerpo o en algún momento lo hayas hecho, y lo padezcas en varios niveles de percepción. Su cuerpo está calculado para durar menos por lo tanto tiene el tiempo más condensado en sus células. Tu tiempo está fláccido adentro tuyo y no sabés qué hacer con tu inteligencia. Su inteligencia es menor pero está mucho mejor aprovechada. En proporción: sos un estúpido. Te duelen los pies, la espalda, el cuello, las rodillas, mientras el gato se lame el culo y trepa los árboles. Pero duerme el ochenta por ciento del día así que es un ser más del inconsciente, lo que sus ojos ven es menos real que sus sueños, eso te pone en un lugar de casi inexistencia, mientras tanto vos en tu vigilia te preguntás para qué estás vivo.

miércoles, septiembre 25, 2019

Soneto a una pesadilla

Resulta que aburrida en su scrolleo
de ir gastando su dedo y voluntad
el destino, blandura y gravedad
resbalaron el cel camino al suelo.
Y en la pantalla tan sensible al tacto
toca el más y al azar la galería
y ocupada en putear por la caída
sin ver bloquea pantalla en el acto.
Por concentrarse en su vida real
lo aísla decidida en el baúl
por muchas horas de desconexión,
y sus mil followers tan wtf
y ella elongando el psoas toda cool
sin ver que ven su culo en plena acción.


Versión previa en prosa


Cuestión que aburriéndose con su propio scrolleo, ese de ver sin mirar, gastar en automático tanto el dedo como la voluntad, quiso el destino, la física y su blandura de músculos que se le resbalara como un pez el celular camino al suelo, como un pez el celular y en su camino al suelo, un poco antes, la pantalla táctil se sensibilizó profundamente en la parte de abajo, en el más de Instagram, y la mano en movimientos sin decisión eligió al azar una foto de la galería ya abierta y entre el manoteo y la resbalada y las puteadas no va que siguiente y que compartir y que barrita cargada y que finalizando, cayó el celular pantalla abajo, casi digo panza abajo, humanizándolo, pobre criatura, salvada por el templado y la fundita, y ella sin verle la cara lo levantó y bloqueó pantalla y se fue a sus cosas. Y la cosa fue que la foto que vino el destino a elegir, porque el forro no piensa, hace sin meditar, fue una de una sesión porno que hizo hace no mucho la desgraciada, un culo, un primer plano (del culo), y no sólo un culo, un culo con una pija adentro, anónima en la foto, sin dueño podría llegar a ser esa, pero el culo no, la cara de ella se corresponde al cuerpo del culo, allá atrás y lejos, cuerpo deforme con un escorso ridículo, ni que estuviera buena la foto para colmo, un culo que es igual o casi igual a cualquier culo, un agujero incierto, mal iluminado, mal definido, tapada su esencia de culo por la irrupción de una pija igual o casi igual a cualquier pija, pero su cara allá al fondo le da un sentido a ese culo y esa pija que no verá ya que decidió suspender la tecnología por varias horas, recuperar el tiempo perdido, desintoxicarse un poco de la cantidad de información basura circulando frente a sus ojos desconcentrados. Mientras su meditación, lectura, estudio, limpieza profunda de su hogar, pensar en la crisis, el mundo, cómo salvarlo desde la comodidad de su hogar, cómo es más copada que los vecinos de abajo o arriba o el que sea, sus ochocientos treinta y cinco seguidores (de los cuales a trescientos no sigue porque no sabe quiénes son, otros trescientos le chupa un huevo y es recíproco, con otros cien habrá tenido algún vínculo distante pero no tanto como para no seguir si la siguen, unos pocos de verdad le importa y con unos poquísimos se junta a charlar o algo), van viendo, trompada en la cara, un culo y una pija y una cara que reconocen pero dudan entre no ver y quedarse deduciendo. Los más cercanos quieren ayudarle, comunicarse con ella, advertirle, el autor de la pija se petrifica, vacila, no se reconoce del todo en esa mancha, desea muy en el fondo que sea suya, y no tan en el fondo agradece no tener cara, la madre escupe el café, las amigas piensan le robaron, la secuestraron, está muerta en una zanja, los conocidos no sabemos que piensan, algún corazón se suma porque es gratis, Instagram no censura la foto por deforme y poco píxel, la llaman por teléfono, no atiende, se desconectó, silenció y se alejó del teléfono, nadie la va a buscar a la casa donde está porque está sola en la ciudad, ya regó, ordenó, leyó dos páginas más de la novela, cortó zapallo para la sopa, horas de todo el mundo tan wtf y ella sintiéndose muy cool mientras elonga el psoas y escucha Billie Eilish.

viernes, septiembre 13, 2019

Por sobre todo

Desconfiar del que habla más que lo que hace.
Pero hablar es hacer.
Esta reflexión desconfía de sí misma.

lunes, septiembre 02, 2019

Momentos de Macedonia

Macedonia está distraída en la calle mirando el celular y se le acerca uno bastante desmejorado y con un cuchillo.
Delincuente: Dame el celular.
Ella: No, por favor. Mi celular es mi vida. Acá tengo todo, mis secretos, mis chats adorados, mis mejores fotos, cosas que escribo, archivos que descargo, no puedo perder el celular. Te hago un pete si querés.
Desconcertado él: Ehh, pero no me bañé hoy. Ni ayer. De hecho desde mil novecientos noventa y siente que no me baño.
Ella: No me importa, prefiero eso a quedarme sin celular.
Macedonia se acerca como para tocarle el bulto.
Él: No, no... es que... creo que tengo ladillas.
Ella: No me importa.
Él: Y creo que tengo clamidia.
Ella: No me importa.
Él: Y creo que tengo lupus.
Se acerca un rugbier muy bien vestido y perfumado:
¿Qué pasa?
Los dos: Nada.
Rugbier: ¿Te está atacando?
Ella: No, quiero hacerle un pete, sólo eso.
Él: Pero yo no quiero, quiero un celular. (Al rugbier) ¿Me das el tuyo?
Rugbier: ¿¡Quéeeee!? Te bajo todos los dientes.
Él: Eh, pará pero ella te la chupa a cambio.
Ella: ¿Qué? ¿A este paquete? Chupásela vos, pelotudo.
Rugbier enojado: Boluda, yo tengo la pija limpia.
Aparece un policía:
¿Qué pasa?
Todos: Nada.
Policía señalando al desprolijo: ¿Los está atacando?
Rugbier: ¿Esta lagartija? ¿A mi? ¡Ja!
Ella: No, quiero hacerle un pete.
Policía: ...
Él: Em, no, preferiría que no.
Policía: Eso es acoso, señorita. Vamos.
Rugbier: Ja, puta.
Le pega al delincuente y le saca el cuchillo. Macedonia en la comisaría mira el celular muy tranquila.

jueves, agosto 29, 2019

11 (un 7mo de soneto)

Para decir menos peor que mal
por más nada que sea: endecasílabo

Qué lástima

La verdad que lo único
que realmente me apena
con un miedo inverosímil
de quizá haber nacido
monja del siglo quince
es no poder decir
me cago en Dios

Relacioncillas

Así como existen en el capitalismo explotadores y explotados,
y también, con parecida lógica, en el patriarcado distintas identidades de género
con privilegiados y lo contrario y lo intermedio,
existe también el imperialismo de las personalidades,
donde esas extroversiones verborrágicas
le sacan el plusvalor energético a les tranquiles.

martes, agosto 27, 2019

Pobre yo

Odio la gente.
Hegemónicamente bella.
Porque somos estúpidos.
Amo mi cuerpo.
Porque eso del amor propio es.
Súper importante.

sábado, agosto 24, 2019

No se avanza pero se avanza

Alcanza con que nos digan así:
qué estupidez es tal o cierta cosa
para después volver a ella un poco
resignificada
y creyéndonos astutos
pasa que el amor a los conceptos
es más fuerte que el propio
y que a los amigos
las mascotas
los ídolos
la incertidumbre

Me quedé sin datos móviles

Más libretas y lapiceras
menos redes sociales

gastamos datos móviles esperando encontrar
que otros digan lo que nosotros queremos decir

miércoles, agosto 21, 2019

Administrar el fuego

          El arte de administrar el fuego no es cosa fácil. Hay leños que se consumen con la velocidad de un espíritu. Hay otros que hacen brasas que resisten candentes en su interior a pesar de su revestimiento de ceniza.
          La mayor importancia está en no dejar que se extinga nunca, porque empezarlo de nuevo no sólo no es cosa fácil, digamos que es cosa imposible. No tengo fósforos ni encendedor. Ya tapié las puertas y ventanas y mis cataratas perfilan con paciencia cómo las montañas de maderos, papeles y cartones van bajando sin pausa.
          El arte de administrar el fuego consiste en sostener la temperatura justa quemando lo más lentamente posible.
          Yo ya sé que se me va a ir la vida en esto, de todos modos mi hígado no tiene tanta. Corre mi temporizador de cirrosis por un lado y de fuego por éste y ya calculo aproximadamente la fecha de mi fin. Mas si por mi fuera echaría todo más rápido y gozaría calentito de mis últimos días hasta ver la última brasa apagarse para siempre y encontrarme totalmente ebrio frente a las miradas sedientas de los zombies que habrán estado esperando el frío terminal de la casa. A nada le tienen más miedo, al calor de una hoguera y a la mirada de un borracho.
          Pero. He decidido abrigarme y durar más. No necesito mucha comida estando prácticamente inmóvil con un fierro en la mano y las pupilas en las llamas. Y vino sobra más que el aire.
          El arte de administrar el fuego consiste en hacerlo durar hasta que el hada parturienta que vive en la pared de mi hoguera deje de amamantar y sus quintillizas crezcan y puedan salir volando con ella.
          Desconozco el tiempo de crecimiento de las hadas.
          Desconozco también qué relación tienen las hadas con los zombies. Ninguno responde. Sólo miran con significados distintos.
          Yo sólo hablo con ustedes, y ni siquiera, porque todo papel es importante de ser quemado y no leído cuando hace frío y encima la muerte patea las puertas.

jueves, agosto 15, 2019

Especiales

Como todos nos creemos tan especiales no nos queda otra que nadar todos juntos y hacia el mismo lado en un mar homogéneo y apelotonado de siete millones de gentes especiales.

Instagram

La cuestión está en dar la tecla a cierta fórmula que funcione y de ahí repetir el modelo con bastante equilibro en impactar sutilmente y mostrar lo que los folowers esperan ver como para que vayan surfeando en un calmísimo mar de inocente y predecible y cómoda alegría. La lógica de los likes, ese inconsciente colectivo que hace que las publicaciones tiendan a parecerse, mismas reflexiones, misma pose en la cara, mismo discurso de superación y felicidad, un tipo de humor, equilibrio entre autoayuda y sarcasmo anticapitalista, leve misticismo, mensaje esperanzador, incorrección política pero dentro de los margenes de la corrección emocional.

martes, julio 30, 2019

Egoístas

Estoy cansada de leer poetas que se suicidaron.
¿Creyeron acaso que sufrían más que el resto?
¿Se creen especiales, colmados de angustias exclusivas?
¿Sentían con más emoción la brisa del mar?
¿Los colores del amanecer? ¿El abandono, el miedo?
¿Eran el centro de su universo?
¿O todo lo contrario, se creían el mayor desprecio existente?
De todos modos, hay pocas cosas más egoístas
que tildar de egoísta a un suicida,
en definitiva son los únicos que dignificaron
su derecho a la muerte.

lunes, julio 29, 2019

la poesía

la poesía primero es música
o sea ritmo
sonido
acentos
descansos
en ese orden

después silencio
espacio
el coso blanco
infinito
vulnerable y violable

irrespetado

después la grafía
magnética
hipnóticas letras
adictivas

a lo último el contenido
que por lo general no entiendo
de qué mierda habla

pero si habla

y si entiendo

que me vuele la cabeza

domingo, julio 28, 2019

Futura vida

Quisiera reencarnar en una perra,
gustar de todos y parir cien hijos,
comerme uno sin culpar al hambre,
defecar en la puerta de la iglesia,
no rechazar oler mierda, no amar,
sentir amor por fuera de ese término,
poder lamer mis propios genitales,
disfrutar con el viento, el sol, el suelo,
padecer con la lluvia, el sol, el suelo,
manipular sin habla, ver sin miedo,
no entender la vergüenza de la muerte,
no saber cómo descifrar los juicios,
no saber que no sé nada y que sí,
observar las miradas sin pudor,
no definir belleza, tiempo ni arte,
ser mi voz, mis entrañas: no tenerlas,
no saber qué es tener y tener todo,
no tener la razón ni no tenerla,
no distinguir la plata del cartón,
admirar las presencias y las sombras,
no dar ni reclamar explicaciones,
gozar más del olor que de la idea,
no priorizar los culos y las caras,
en cualquier dirección de prioridad,
tener un nombre y que me de igual cuál,
no tener nombre y acudir lo mismo,
intuir el futuro y lo infinito,
no cuestionar mi irracionalidad,
ni la tuya, ni de los dos el miedo,
obstinarme en kilómetros y en horas,
desconocerme en el espejo aun más,
no perder tiempo con la duda en dios.

miércoles, julio 24, 2019

amorodio

odio los poemas
de pocas palabras,

siento
que me hacen
no perder el tiempo,

amo los poemas de pocas
palabras,
que las líneas negras
digan menos
que el blanco que las rodea

domingo, julio 14, 2019

El tierno bebé de piel de luz de luna

          A mis cuatro años los sentimientos más intensos que tenía tenían que ver con el odio a los bebés. No sé si odiaba tanto otra cosa. Seguro hacía berrinches con mis padres por cosas que me disgustaban, pero debía ser más actuación que verdad porque no recuerdo un malestar real, de esos que se quedan clavados en el pecho.
          Como el que me generaba mi prima Azul. Era un odio que no lo podía expresar porque sabía que no iba a ser comprendido, nadie iba a estar de mi lado. Me iban a tratar como lo que era, una nena chica con sentimientos irracionales. Me reprimía mi bronca innombrable. Miraba sus piernas y brazos rollizos, su papada, parecía como que era de goma, sus pliegues que hacían sonreír a los adultos y poner voz de idiotas con la que le hablaban como si fuese una reina, y no podía sino imaginarme que los pinchaba con un alfiler y su piel tersa y tensa explotaba como un globo. No quería hacerla sufrir. No me interesaba eso. De hecho la detestaba también cuando lloraba, sus chillidos horripilantes me hacían imaginar que la tapaba con almohadas hasta asfixiarla. No quería lastimarla, sólo quería que desapareciera. Pero a la vez su presencia me generaba adicción, me gustaba odiarla, no podía dejar de mirarla y observar cómo todos la admiraban, cómo comentaban cualquier simple cosa sin sentido que hacía como si fuera una maravilla del universo. Le aplaudían ese par de dientes ridículos, la sonrisa babosa, los vocablos y palabras inexistentes que sonaban como un bicho inmundo y deforme venido de los cuentos de terror o de extraterrestres. Su voz ni siquiera parecía humana. Creo que esto es lo que más me perturbaba, su falta de humanidad. No se podía interactuar con ella como si fuera una persona, tampoco era como una mascota, mi perro tenía mucha más gracia. Era como un muñeco que no servía para nada y encima acaparaba la atención de todos, lloraba y sacaba fluidos y sustancias nauseabundas. Usaba pañales, qué hay más indigno que eso, unos pañales llenos de mierda. Pero lo peor, era imposible saber qué estaba pensando, no respondía ninguna pregunta, no contaba nada. Me miraba con esos ojos verdes y enormes como si me estuviera leyendo la mente, nos quedábamos largo rato con la mirada sostenida. Yo odiándola. Ella, imposible saber. A veces esbozaba algo parecido a una sonrisa pero la mayoría de las veces hacía muecas deformes e indescifrables. Esa incertidumbre la convertía aún más en un ser monstruoso, sobre todo cuando se reía con ese gesto grotesco y húmedo.
            Por las noches tenía una imagen recurrente que era causa de mis desvelos y me dejaba con los ojos abiertos de par en par clavados en la cucheta. En ese espacio entre las dos camas se me aparecía suspendido en el aire un bebé desnudo y pálido, blanco como la luz de la luna. No hacía nada, más que estar flotando frente a mis ojos exhibiendo su cuerpo rechoncho y saludable, lleno de inocencia e ignorancia. Esta imagen me aterrorizaba como el peor de los monstruos.
            La última vez que vi a mi prima Azul fue en una reunión familiar. Un velorio. Había muerto mi tía abuela de un modo que nunca supe. Los adultos no daban muchas explicaciones, y a mi me costaba entenderlo. Pero la policía había ido a investigar. Alguna cuestión con las escaleras y la deformidad que son causa directa del cajón cerrado. Mi tía abuela era vieja pero aún ágil, se movía con facilidad y ritmo y no precisaba casi ninguna ayuda. Ese día la encontró muerta su sobrina nieta, mi tía Carmen, la madre de Azul, cuando llegó a recoger a su bebé que había dejado al cuidado de su tía durante un par de horas. Carmen entró en pánico, prácticamente ignoró al cadáver y subió corriendo las escaleras para buscar a su hija. La encontró despierta en el corral y le sonrió a su madre apenas la vio.
            La policía interrogó a mucha gente cercana, supongo como para preguntarle si habían asesinado a la vieja. Los parientes especulábamos resultados. Un tío decía que la vieja nunca había caminado bien con tacos altos y que pisó mal, otro opinaba que qué raro que tuviera puesto tacos estando en casa y de niñera y que ya que estamos cómo sabía que tenía puesto tacos ya que Carmen no le había dicho a nadie nada de la vestimenta de la muerta y en teoría ninguno de sus parientes excepto Carmen la habían visto ese día, otro decía que había bebido mucho, otro decía qué poco la conocés, ella no bebe, otro que su hijo, con quien no tenía una buena relación y quien iba a heredar todo, se había metido en la casa de incógnito y la había empujado y había vuelto a irse sabiendo que la única compañía y posible testigo que había era una bebé. El hijo nunca apareció por el velorio. Era el primer sospechoso, sobre todo por eso de no estar y poder hablar mal de él. Yo en cambio estoy segura que fue Azul, que de alguna manera consiguió hacerla rodar por los escalones y romperle el cuello. No me pregunten cómo pero sé que es ella. No confío en nada de lo que haga. En cómo finge sorprenderse por todo lo que sucede a su alrededor. Nada es auténtico. Todo es para desorientarnos.
            El día del velorio yo estaba tan de mal humor por el vestido estúpido que me habían puesto. No sólo era feo, además me ajustaba en las axilas y me quedaba tirante entre los omóplatos, de modo que no podría moverme bien. Lo deben haber hecho a propósito para que me quede quieta sin desentonar con la solemnidad aburridísima de los muertos. Todos se comportaban como si fueran buenas personas, como si estuvieran conmovidos o les importara en algo la vieja, todos parecían estar obligados a estar tristes. La única que parecía estar más allá de todo eso era obviamente Azul, que clavaba la mirada en cosas intrascendentes como una lámpara o un vaso y las admiraba como si se le hubiera aparecido frente a los ojos un unicornio o un dragón. Yo me desbordaba de bronca por tanta estupidez.
            Las horas pasaban de un modo inamovible, me censuraban cualquier comienzo de aventura que empezara a inventarme, a nadie le interesaba lo que yo quería decir, mis primas más grandes hablaban a propósito de cosas que no entendía, o de algún insípido del que se habían enamorado por alguna estupidez sobrevalorada. Una tía me dio lápices de colores y unos libros para colorear con dibujos espantosos de Disney, nada más ridículo que un ratón con vestido o moño en la cabeza. En los espacios en blanco dibujé leones y cebras desnudos, también una ciudad con tractores y colectivos, me quedó precioso un camión amarillo de rayas verdes, tipo jeap camuflado como para ir a la jungla. Poco después me aburrí y el día siguió transcurriendo con un clima más muerto que mi tía muerta y empezando a oler.
            La necesidad de entretenimiento me llevó a pretender interactuar con Azul. Me acerqué lo suficiente para vernos a los ojos, pero en cambio su mirada esquivaba la mía. Estaba acostada con las piernas puestas en una flexión de muñeco y prefería ver la nada con los ojos deambulando por el aire antes que verme a mí, cada tanto salía de su boca algún sonido, o quejido o palabra en su idioma de inhumano. Yo me movía como para cruzar mi mirada con la suya, pero ante el contacto ella miraba a otro lado. Quise ver qué cosa miraba y no había nada ahí. El techo era liso y blanco, el aire transparente, la gente insignificante. La detesté tanto por su falta de interés en mí, yo era mucho más interesante que la nada que estaba mirando. En un impulso le pellizqué un brazo. Nada. Siguió observando el aire con ojos atentos evitando el bulto de mi cuerpo encima del suyo. La pellizqué otra vez, más fuerte. Tampoco nada. Miré alrededor a ver quién había cerca y si alguien nos estaba prestando atención. Cuando volví la cabeza hacia ella sus ojos estaban clavados en los míos y su boca cerrada y sin sonrisa, amenazante, como diciendo ya sé que estás ahí, ya sé que me estás lastimando, no lo vuelvas a hacer porque vas a salir perdiendo. Pero entonces sin darme el tiempo a pensarlo la volví a pellizcar, esta vez con toda la fuerza de mis dedos. Su cara se frunció y arrugó horrendamente, se le humedecieron los ojos y la boca abierta como una caverna de demonios miniatura, largó un alarido que me hizo erizar la piel y querer taparme los oídos, un grito venido de un lugar incierto de su cuerpo con una potencia incongruente con su tamaño.
            Por supuesto me castigaron, y me hicieron ir a una habitación y no comer ningún dulce. Desprecié su castigo y lo minimicé, sabiendo que tarde o temprano iba a hacer lo que quisiera. Por mi parte me sentía contenta. Había logrado influenciar en Azul, no le había pasado desapercibida mi existencia.
            La habitación agotó prontamente su capacidad de entretenerme, sus materiales se habían vaciado de significado para mi y necesité salir por la ventana abierta casi como una cuestión de vida o muerte. No era racional, sencillamente sentía que moriría ahí encerrada, y no que moriría en un sentido fisiológico. Era mi ánimo, mi humor, mi felicidad la que moriría y eso no podía soportarlo.
            Yo estaba enceguecida por la libertad. La emoción de la aventura a cielo abierto y prohibido, de ser una clandestina en libertad sin la vigilancia de ningún adulto y su discurso repleto de reglas absurdas. Tal era mi confianza en este universo en el que me creía dueña que no vi un camión tipo jeap, amarillo de rayas verdes que venía por la calle que yo no sabía que estaba cruzando.
            Sé que Azul se ríe de mí, algunas horas después, con su boca babeante y sus ojos verdes mirando estupideces a pocos metros de mi cajón cerrado.

martes, julio 02, 2019

A las cinco de la tarde un eclipse/Muerte oscura en pleno día frío/A qué terribles cinco de la tarde/Fueron a parar las noches, los muertos

A las cinco de la tarde la luna,
un eclipse, un recuerdo, una suerte,
con cuántas fantasías de la muerte
deambulamos sin presencias o alguna.
Adónde se nos cuela el abandono,
una luz no es metáfora de nada,
¿saliste ya? tu sombra alargada
se borró, hace frío. Me abotono.
En qué terribles cinco de la tarde
miraste al riachuelo putrefacto
hipnotizada con el agua que arde.
En qué negro rincón del mundo abstracto
dije voy a dejar de ser cobarde.
No sé. Mi refugio quedó intacto.

lunes, julio 01, 2019

Soneto a calle Defensa y Av. Patricios que son la misma

La rambla del Riachuelo un laburante
de Alpargatas paseó seguramente,
los helechos le brotan por su frente
abandonada, la fábrica distante.

La loba del Lezama allá adelante,
y de peor animal un presidente,
y ahí mismo en la calle duerme gente
enfrente de la catedral pedante.

Los adoquines, la lluvia y el frío,
Pirilo, muzarella sin cubierto,
el candombe, la sangre del domingo,

un barrio a la ex orilla de un río,
la feria bien contenta a cielo abierto
con los euros queridos de los gringos.

viernes, junio 28, 2019

Cadáver exquisito con historis de ig

Cuando termine con toda esta pesadilla quítenme a este humano, mi negrito insurrecto. Ya le encontré alto lugar al monumento a la paja con lapicera, quedé pintada ya mismo dibujando en compañía. Quiero un espejo tipo de clínica o cachetada de realidad en 3, 2, 1, ah pero anoche, reee de noche, se tildo la ardilla flasheando ser un ave que podés freezar y comer un mes después. díganme sus trucos, les vendo mi alma, no fake, posporno perfectamente figuraría en la lista de las razones para no morir, llegando a casa lo intento, así de placentero. Gracias por acompañar nuestra búsqueda hoy en el planeta tierra, próximamente para dominar la señora mayor ya está llegando con la cuenta regresiva. Así quedaste después de sesión bdsm light con manual de instrucciones. Nos despedimos de la blanquita. Mentira. Melancolía en el mundo de los mariquitas, re garpo de chongo 50 horas sin luz. Una alumna dijo lo mismo no seas tan colgado, hoy entregamos nuestros certificados de desempleo, pero esto no es un meme, no es un simulacro, ¿cómo te mimás un domingo? poniéndole color con tus fotos un lunes de dos agujas, mi vestuario es una bomba y ahí se ve cuando mirás para arriba. Siempre me ganan después de muchas horas de viaje, no se ve a dos cuadras de distancia, gordo salame. Chicas eficaces, quise evitarles el sufrimiento pero me leyeron la mente, cuando le ponés amor que nunca me falte la cumbia y queso a todo. Depende de lo que entiendas cuando correo te trae un libro, vamos primero al pasado muy pasado, al atttor de doblaje le gusta que puedas interactuar, está parado en cuatro patas. Un poquito de lo que hago de vuelta en casa, laburar en la cama, arte textil. Cuánta nostalgia papito, a próxima no va a ser tan fácil.

jueves, junio 27, 2019

Soneto a la Av. de Mayo

Al cine (o casi) llega torcida,
el ex Dorado un relojeo le echa,
la obra del Dante se erige y se estrecha
hasta la luz del faro no prendida.

Verde cúpula y toda la avenida
(tres jota ocho eme por tirar fecha),
el blanco en la otra punta es la mecha
y ya van por ciento treinta encendidas.

La plaza ve al cabildo perfilar
una moneda que no vale nada
y un menú hace hasta al zorzal llorar,

en la vuelta de cafés obligada
muñecos de cera juegan billar,
y un títere maúlla en la rosada.

jueves, junio 13, 2019

la Boca

el barrio de la boca tiene esa manera
de ser que es la de no
dejarte caminar por las veredas/
no hay recta, hay escalones/
si querés no subir y bajar podés ir
al lado de las rozaduras
del treinta y tres o el veintinueve/
que ya entienden las calles sin paciencia/
hay paredes onduladas de chapas
colores del desgaste apastelados
ex colores vivos/
la rambla del Riachuelo
el paisaje inspirado en los cuadros de Quinquela Martín/
tripas de hierro que hacen un puente/
Gatos más dueños
de veredas que de casas gente/

viernes, mayo 24, 2019

El viento de la esquina

Hoy no me di cuenta y salí sin bombacha
y con la calza un poco descosida
justo ahí donde las cuatro costuras se juntan
y llegando al cruce de las calles
un viento o un polvo o no sé qué
se metió en ese punto y me hizo cosquillas
que me provocaron apretar las cejas,
mi respuesta inmediata quiso ser y no pudo
meter la mano y pellizcar
pero en una esquina había dos policías
masculinos y afirmativos
les esquivé mi mirada
femenina y negativa
y miré otra esquina
donde de un camión en la puerta del chino
descargaban mercadería
hombres también
también con ojos en la cabeza
las otras dos esquinas también
eran ojos de hombre,
apreté las piernas y meneé el paso
como para rascarme sin manos
y me acordé de mis catorce años
y mis catorce pajas diarias
mis épocas de asexual en las que la idea de tocar
cualquier otro cuerpo
que no fuese el mío
me daba
asco
quizá no sea
asco
la palabra
más bien desinterés y timidez extrema,
esa época en que también esquivaba miradas de varones
como para que una mampara me separe del mundo
y también me inmunice del aburrimiento de la escuela
y sobre todo
sobre todo
no me censure las pajas.
Ahora el equivalente sería que me inmunice
del tedio de salir a la calle sin poder disfrutar al máximo
la calle misma,
prefiero los adoquines a tu cara
el asfalto a tu existencia
este cielo, este polvo de brisa y hasta un diluvio al boceto de tu figura.

También me hicieron acordar
–los ojos y mi caminada–
a mis once años
y al nene que gustó de mi toda la primaria
y me acosó durante años,
a mí un poco me gustaba
con su actitud atorrante,
y en una fiesta en la escuela a la que fui de minifalda,
cosa rarísima porque me cohibían mis patas de flamenco
pero ese día estaba cómoda con el viento en la entrepierna,
le pasé cerca y me contorneé como una gata de lo feliz que estaba
y quise gustarle más,
él lo advirtió y se burló al día siguiente
y dijo que mi amiga estaba más linda,
que qué me creía, que qué me hacía,
yo me quedé sin entender entonces
qué es lo que le gustaba de mí,
si que él decidiera cuándo tenía que ser linda
o que no tuviera derecho a sentirme linda por mi cuenta.
Desde tan al principio
las miradas de los varones
te dicen quién tenés que ser.

Cuántos escrotos habremos visto rascarse en la calle.
Cuántas pijas anónimas vimos
antes de entender
la vulva en primera persona.

Medio sin querer,
en el tiempo que demoro en cruzar esta calle
mientras me siento inhibida
frente a miradas de varones de cuatro esquinas
y miro al cielo o al asfalto que no juzgan,
pienso en mi vida y mi relación con el mundo
suena demasiado amplio lo sé
pero los sentimientos llegan como un flash.

En qué momento del crecimiento
el cuerpo se empieza a sentir como otro
y lejano o ajeno.
En qué paso cruzando la calle
llega el punto máximo de desprendimiento
de mi voluntad y mi materia.

Me siento poco inteligente con el cerebro totalmente embebido de paranoia.
Pienso que siempre fui algo tonta –y quién no
que siempre gustó más de lo que imaginaba que de lo que veía,
no me pidan tantas reflexiones
porque soy abstraída
no hago mucho juicio
disfruto
o padezco.
Creo que fui inteligente
hasta los trece o catorce años,
cuando la interpretación cultural
a la que se someten las hormonas y los físicos
me obstruyó el cerebro, la voluntad,
la creencia en la libertad,
la curiosidad,
lo peor de la adolescencia no es la estupidez
que nos dicen que padecemos
y la que padecemos
o la torpeza
sino la obligatoriedad a ser útil,
a servir
en el sexo
en la producción.

Crecí callejeando
y sintiéndome dueña de mis pasos
pero nomás hasta que por mi culpa
cambió el mundo conmigo más que yo
mientras el tiempo marcaba en mi cuerpo
ser la necesidad de los extraños,
preferí entonces crecer encerrada
entre fantasías, libros y música.

Crecí tocando el piano y así
no tenía que darle explicaciones
a nadie de nada
sólo era mover los dedos
y disfrutar la música
el correr del tiempo
la mirada libre
el pensamiento en sí mismo
fuera del texto
una danza en miniatura.
Crecí masturbándome y así
no tenía que darle explicaciones
a nadie de nada
sólo era mover los dedos o mover mi cuerpo
y disfrutar la sangre
el correr del tiempo
la mirada libre
el pensamiento en sí mismo
fuera del texto
danza inmedible.
Crecí inventándome gente y así
no tenía que darle explicaciones
a nadie de nada
ni fumarme a la gente que analiza
que creen que entienden a las personas antes de percibirlas
que dan consejos sin pedirlos,
el pensamiento en sí mismo
fuera del texto y las miradas,
tampoco me gustaron mucho las preguntas que piden explicaciones
pensamiento manipulado
lejos de sí mismo,
nunca supe bien qué responder
creo que siempre fui medio una tonta
que nunca supo bien qué responder
que se aburre de la gente que cree que es inteligente
todos saben tanto
tanto
definiendo todo
son tan cansadores.

Cruzando la calle intento imaginarme mi cuerpo visto desde afuera
y no puedo evitar sentir
la ridiculez de la existencia.

Antes de ser ridícula fui niña.

A mis seis años me vio un nene
          desnuda y tocándome
durante una década o más no me importó
pero después aprendí que por eso había que tener vergüenza
y la padecí en retrospección
pero más padecí a los ineptos
que no saben
ni desnudarte ni tocarte
espero que aquel nene haya aprendido aunque sea
que las nenas pueden hacer esas cosas

            solas.

Mi caminata desea ser lo único.

Me pienso de vez en cuando
–para no llegar al horror del aburrimiento–
como si fuese una recién llegada desde otro planeta
y hago el esfuerzo (casi siempre inútil) de admirar.

El cordón de esta vereda es idéntico
a tantos, a aquel que trajo el recuerdo
de ese atardecer
en el que tres compañeritos –líderes y galancitos–
me acorralaron muy cerca y una cabeza más altos,
y traían la consigna debatida:
tenía que elegir uno de ellos que me gustara
no podía no elegir
no podía no
pero no tenía respuesta
el cerebro no entendía
por qué estaba oyendo eso
y por qué tenía que responder,
solamente estaba inundado por el deseo
de desaparecer de ahí
de volver con mi abuela
a su guarida salvadora
sin inquisiciones y con opciones infinitas
de sentidos novedosos
a tomar café con leche
y seguir viendo los dibujitos,
no sé qué elegí
los tres me parecían indiferenciables
con cara de esternón, voz de orden y personalidad neutra,
desde tan al comienzo entendemos
las opciones como pocas
restringidas
invariables
me acordé de otras veces peores
en que no pude
decir que no
que no encontré la opción
liberadora de la negación,

cómo se plasma el texto
del que no tiene palabras
con qué gesto habla,
todos esos textos que hemos oído
que nos han obligado a pensar como ellos
todas las tres opciones aburridas
tres opciones pocas
qué tan hondo se nos metieron en el entendimiento
cómo han logrado que pensemos antes que deseemos.

Cuántas veces ni el no es suficiente
que dan ganas de inventar otro concepto más allá, un no más no,
con qué poco te pueden hacer no existir
ni decidir
cuando no tenés palabras.

Aprieto mis muslos entre sí
mi sexo no existe para el mundo

es lo que él decidió que sea.

Quién mira los pasos de una sonámbula
y sobre cuáles recuerdos deambula.

Ahora, veinte años después de mi primera menstruación
voy aprendiendo a convivir
creo
estoy más relajada
identifico mejor
quiénes me caen bien
siempre es más fácil sentir empatía por
seres ficticios o animales o ídolos
porque son convenientes o sumisos
y nuestras mentes los moldean a nuestro placer
o nos hacen sentir que somos ellos
pero creo que el desafío está frente a las narices
y que el enemigo es mayor y mucho
más abstracto que cuerpos individuos
sacos de tripas, ojos, sangre, mierda.

En qué momento el cuerpo propio
dejará de sentirse como otro
lejano y ajeno.

Disfruto el sexo con otro cuerpo
hace bastante poco,
pensando en los años de actividad,
siento que estoy vengando y homenajeando
a la niña pajera que fui
y sacándome de encima la frigidez que me dejaron
los cuerpos y miradas indeseables
de aquellos de quienes los hombres buenos
dudan de su existencia
aunque sean ellos mismos.

Igual me creo más libre
por esa vocecita interna y autoritaria
que me grita
empoderate
y yo trato lo más que puedo
y a veces creo que lo hice
pero sigo nadando en mi cerebro bobo
de pocos e intensos placeres,
de muchos y banales disgustos,

me creo más libre
y el desengaño me escupe a la cara
por ejemplo ahora
después de atravesar el viento de la esquina
porque aún no termino de cruzar la calle
y estoy puteando por dentro
con el culo fruncido y la concha seca
porque las miradas de los ratis
que infectan toda esta ciudad apestosa
no me dejan rascarme el papo izquierdo.

domingo, mayo 19, 2019

Teatros con presencias

Lola es la ama del teatro.
Tiene en cada célula una sílaba o nota musical de cada obra representada en la sala. De algún magnético modo atraviesan las paredes, bajan las escaleras, recorren los pasillos y llegan hasta el cuerpo gordo y cómodo de Lola.
Nunca vio la luz del sol, sus andanzas van siempre por el mismo camino, un pasadizo rodeando un cuadrado con todos los camarines al centro.
Es la compañera de los artistas, de esos visitantes, de esos huéspedes sin su permiso, que al menos les rascan el lomo y la suben a sus historias de instagram con miles de  seguidores.
Nadie le da de comer. Su panza le cuelga turgente y se bambolea al compás de sus pasos.

Los gatos siempre saben ir adonde están los fantasmas.

miércoles, mayo 15, 2019

Poema (bosta) de amor en prosa (o sea palabras todas seguidas)

Quiero escribir un poema en prosa, sin tener que contar sílabas ni sospechar rimas, y no sé bien qué hacer, claro, porque con versos cortos y espacios es más fácil que suene a poesía la cosa. Ahí usé un punto. Y es la misma trampa. Digo. Punto. Y pausa. Y la cadencia de las palabras cambia. Por ejemplo recién. Quiero escribir un poema en prosa pensando en vos, poema de amor, o algo así, pero con el sueño no sé en qué labios pensar, si en los del karaoke o en los del cunnilingus, y se me superponen las ideas, las visiones, se aglomeran las palabras. La poesía me dice que no tiene que ser narración, y me relajé de esa opción, entonces me surgen imágenes. Me pareció una linda imagen esa, la de tus labios, pensar en ellos, para iniciar un poema, tu voz también. No sé cómo escribir un poema de amor sin sonar cursi, sin sonar a mal hecho, sin decir estupideces que precisen del enter para quedar disimuladas. Pausa. Dejar pausa acá. Y pensar en el silencio. Respirar. Mirar a un costado, como dudando. Busco cómo decir algo en palabras, yo no entiendo las palabras, no sé acomodarlas y sentir que dicen lo que soy. Yo no soy en palabras. Detenerse. Seguir. Me imagino a mí misma como una flor llena de néctar, y a vos como un colibrí sediento. Qué bosta, qué obvio. Se me murieron las metáforas, con vos soy pura literalidad, te quiero cerca, pegado a mi cuerpo, adentro de mi cuerpo. Te quiero todo el cuerpo y todo eso que tu cuerpo hace. Cantar. Coger. Mirarme con los ojos entrecerrados cuando soy tu modelo vivo. Me aburren los poemas de amor, tener que ser romántica y decirte cuánto cuando te pienso o veo me vibran las pupilas, la piel y el culo. O pensamientos poéticos al estilo de que mis dedos extrañan tus labios, para acariciarlos antes de pasar la lengua por ellos. El país es un asco ahora y me enamoré de vos en plena mierda. Y bla. Pero no voy a hacer eso. Insertar frase rebuscada e ingeniosa aquí (tengo la sensación de una frase así pero no las palabras). No voy a contraponer el horror de la realidad a lo hermoso de nuestro amor. Analogía misteriosa e indescifrable. Como si tuviera que ver una cosa con otra. Como que así parezca más hermoso, más intenso, más valiente. Oxímoron predecible. Más que así nos necesitamos más. Bla. Puro bla. Porque la verdad que nos da lo mismo, nos da lo mismo aunque sepamos que mientras nosotros culeamos están destruyendo el mundo y nuestro propio escepticismo nos corroe también por dentro, culearíamos lo mismo en el edén o en un apocalipsis zombie. Supongo y suspiro. Pienso en tus ojos para hacerme la que me inspiro. Me distraigo con el silbido débil de mi respiración contra un moco seco en mi narina izquierda, qué nota será, me lo saco con el meñique, lo hago una bolita y lo tiro mientras pienso en qué pensar. Miro al gato que duerme y pienso en esas conclusiones tan charladas sobre que los animales no saben de la muerte, o del futuro, o el movimiento de los astros, o no saben que no saben, o no saben que no saben que saben, o que nosotros no sabemos qué carajo saben. Lo miro y pienso qué cruel fue la naturaleza, en hacer a esos bichos más hermosos que a nosotros, así es muy difícil que no existan las guerras, o la xenofobia, y seguramente no padeceríamos tanto la hora pico del subte si estuviera llena de gatos en vez de gente. En fin. Vuelvo a vos y al asunto del amor. Pienso en las poetisas que admiro, y cómo escribieron sobre su sufrimiento y los chongos que las hicieron sufrir, y pienso que quizá yo no pueda escribir porque no sufro. Creo que si me hicieras sufrir ni mierda que te hago un poema. Mi energía quedaría absorbida por mi odio, me juntaría con mis amigas a putearte, releería todo el guasap desde el día uno para sentir la carcomida despedazadora de la nostalgia masoquista, lloraría mordiendo la almohada como una puberta, terminaría de odiarte y te bloquearía para siempre de las redes, haría un dibujo con tu forma y lo llenaría de alfileres clavadas, respondería dócil a las consignas que me aleccionan sobre lo mierda que es el amor y el cuento de enamorarse. Pero bueno. Acá estoy, sintiendo la piel incómoda sin tu piel cerca, viendo que el espacio es insulso con el vacío de tu volumen. No tengo remate para este no poema deforme. Lo dejo sin final. Para retomarlo cada vez que me acuerde de vos y no tenga ganas de llamarte ni de pajearme ni de stalkearte por quincuagésima vez ni

martes, mayo 14, 2019

El cuarto de Barracas

Creo que en mi habitación hay fantasmas y quieren que me vaya.
Este es el barrio porteño de barracas.
Y este es un muerto como tantos enfermo de fiebre amarilla, que antes de morir mató a su patrón porque había violado a su novia. Supuso. Se levantó moribundo de la cama, con los ojos rojos incendiados, vomitando sangre y delirando, porque soñó o imaginó que su mujer, que nunca estuvo embarazada, paría una criatura de ojos verdes como los del patrón. Le clavó un vidrio en el ojo. De la sorpresa ni alcanzó a reaccionar el viejo. Qué loco será el cuerpo que como reflejo mientras le entraba el vidrio tuvo un comienzo de erección. Final y senil. Tirado encima echándole el aliento apestoso murió el negro, y se desplomó boca contra boca, muriendo a la vez con las sangres desordenadas.
Esos dos muertos quedaron en la habitación hasta hoy.
Lo sé porque un día sentí crujir y partirse él solito un vidrio.
Otro día, sentada e inmóvil, pensado en alguna banalidad al estilo de ir a la verdulería, sentí una brisa en el ojo.
En la habitación hay un sótano. El piso es de madera, los pasos suenan a hueco acá. No me estaría animando tanto a bajar. Tampoco es que me asuste mucho la idea. Estoy en ese punto medio de la desidia. Necesito una motivación para correr un mueble y levantar esa puerta.
Pero estoy tirada en la cama mirando el techo que está como a cinco metros y pensando que quizá la mirada de este fantasma, cuando aún no lo era y tenía ojos en el cráneo, recorrió exactamente el mismo punto de coordenadas del mundo que mis ojos.
Me esfuerzo buscando en ese pensamiento aquella sensación abismal y reveladora que sentía de niña cuando pensaba cosas por primera vez, y no lo consigo. En qué momento el escepticismo invadió todas mis emociones. Estoy vieja o estoy por morir. Me pregunto.
No puedo ir al sótano. Estoy ocupada mirando el techo y aburriéndome.
Pero las maderas crujen.
Insistiendo e invitando.
Yo por lo pronto estoy cómoda.
Nunca me gustó la soledad ni me dio impresión la sangre.

viernes, mayo 10, 2019

Lluvia vertical

Las gotas de lluvia suenan sobre el plástico del techo.
Caen persistentes. Confirmadas. Indudables.
Con verdad de agua que cae en un techo.
Hay algo mucho más real en esas gotas
                                          que en toda la historia
                                          de la humanidad.
Cuando quiero ignorar las certezas éticas
que invaden mi cerebro
                          prejuicioso
                          inauténtico
                          contaminado
                          convencido
                          manipulado
       por el sistema
       pero también
       por aquellas otras reglas
                                    que imponen
                            quienes pretenden
                            romper el sistema
me concentro entonces
en la lluvia
en algo tan concretamente inabstracto
                   como el sonido de las gotas
                                 estrellándose
                                 y rompiéndose
                                 y dejando de existir
                                    o todo lo contrario
                                                   multiplicándose
                   en un techo.
Ese sonido debe ser casi idéntico
       a las primeras gotas que cayeron
                              de la primera nube
       o a cualquiera que vayan a caer
                              desde posibles e infinitas nubes.
Esa certeza es la misma
que la de que todo puede empezar
otra vez.

sábado, mayo 04, 2019

Pornografía en sonetos


1. A Cupido,
(Homenaje a "A Eros", de Alfonsina Storni)

Acechabas, te vi y abrí el pescuezo
con tu propio flechazo que movías,
aproveché yo también para herirme
y me clavé tu angelical corona.
Mientras morías desnudé mi vientre,
temblaban tus pupilas engañosas,
extirpé de un tirón tus ojos de oro
y sin apuro los metí en mi sexo.
Carneé de punta a punta el torso triste
y exhibí al cielo negro mis hazañas.
Viéndonos se apareaban las sirenas
y en las montañas de la playa albina
yo con tus vísceras. Lavó la luna
la sangre que no bebí con las olas.



2. Al espejo
(homenaje al de J. L. Borges con ese título)

¿Por qué persistes, pervertido espejo,
en duplicar la bestia de ocho piernas,
ocho o más, con otro espejo, eternas,
y empeorarnos afuera del reflejo?
Eres como un nosotros mejorado,
me salvas del escorzo y me muestras
con los cuerpos completos cómo entra
por rincones de mí ya no ocultados.
El hecho de existir en ti más bellos,
te agrega magia, y más magia a ellos,
y a nosotros la envidia de entender
que de tan verdaderos que se ven
lo son más que nosotros, y aún más:
su goce es más y más y más y más.


3. A un sueño húmedo o una fantasía, no sé

Yendo a verte en el espacio pringoso
del verano que sube calcinante
adelanto la humedad penetrante
del espejo que nos mira morboso.
Un pulpo me levanta cariñoso,
lento y entre mis nalgas palpitante,
levito en la caricia fascinante
que es metáfora de vos fogoso.
Pero es que no se coge con poesía,
ni con sueños o un recuerdo vivaz,
ni con decir qué te haría y me harías,
aunque ya que me voy a calentar,
poniendo en amor propio mi energía,
reveo los videos de guasap.


4. 69
(Un poco de homenaje a O. Girondo y a "Amor constante más allá de la muerte" de F. de Quevedo)

Se chupan, se babean, se penetran,
el poema está escrito en el colchón
y en seis nueve el compás de la canción
que hacen con las lenguas y sin letra,
ese espejo asimétrico que encuentra
veinte dedos, huecos cinco y montón
de líquido que ayuda hasta el dofón
que quepa entero o no según qué entra,
cabeza que conoce bien el yeite,
juguetes que de a un par se han metido,
multiorgasmos que tanto fuego han dado,
cada uno, embebido en aceite,
sexos, bocas, anos serán queridos,
polvo echarán, mas polvo enamorado.


Tres sonetos de contradicciones, homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz


Relativismo
("Correspondencias entre amar o aborrecer")

Algo que me batió un desconocido
resulta seca concha por odiado,
si lo mismo decís vos por deseado
se me chorria hasta el suelo de fluido.
Si en la calle cualquier gil atrevido
apoya, toca, muestra o es sarpado,
vos podés hacer todo y ser amado
por lo mismo que el otro aborrecido.
Será que cuando estás a la distancia
la mierda abusadora más padezco,
en contraste, el celo se hace fuerte
porque medio que son las mismas ansias
con las que quiero a quien mi cuerpo ofrezco
que con las que a quien odio quiero muerte.


Desencuentros
("Prosigue el mismo asunto y determina que prevalezca la razón contra el gusto")

Lo que quiero atrás tengo adelante,
si abajo querés ir te pongo arriba,
querés quedar conforme con saliva
lo que pienso llenar de lubricante.
Cuando esperás que sea dominante
te ruego que me ates bien pasiva,
si te da por tomar la iniciativa
ya te puse como quise triunfante.
Si pedís el perrito yo no quiero,
insinuás el seis nueve y pido rana,
sin coordinar difícil que se encaje.
Pero frente a la opción antes prefiero
cogerte por el culo aun sin ganas
que poner yo el mío y se te baje.

Inconformismos
("Resuelve la cuestión de cuál sea pesar más molesto en encontradas correspondencias: amar o aborrecer")

Quizás el más perfecto no se siente
tan fuertemente como era esperado
y uno más raro o medio doblado
desde algún ángulo al ge le da fuerte.
Si a uno discrimino por diferente,
otro me frustra por soblevaluado,
si alguno no funciona en cierto lado
otro hueco lo va a hallar preferente.
Cuando flasheo con la variedad
a veces me voy para lo fantástico,
busco escaparme de la soledad
e invento un imposible plan orgiástico,
y si me aburro de los de verdad
desprecio a todos y agarro el de plástico.


8. Uno para un graffiti

Desde el principio que estoy encantada
con tu voz, ojos, cuerpo, y la manija
que tengo ni bien recuerdo tu pija
me tiene suspirando y bien mojada.
Así es como estoy de enamorada,
que en mis labios tengo la idea fija
de que pase tu lengua y no se aflija
mi concha por estar ya preparada,
por eso que tus manos me provocan
con mimos suaves o apretones duros,
para tenerte adentro y como loca,
en plena luz del día o en lo oscuro
siempre pienso en los besos de tu boca
y en cuánto la extrañamos con mi culo.


9. Premoniciones

Amanezco inventando imágenes y frases
para hacer y decirte cuando tu cierre aprieta
y mi mano adivina qué quiere la bragueta,
que se hincha y empuja advirtiendo qué hace.
Cuál es tu favorito, no sé, donde pasase
resbalando tu glande, de piel tersa y violeta,
suave, hondo, constante, la caricia perfecta
por cualquier agujero al que quieras que entrase.
Son muchas más las ganas que las opciones (tres)
de sentírtelo adentro, y apurar el preámbulo
de mirarlo crecer, de tocarlo con hambre,
y el paladar se moja por saber bien que ves
lo mucho que me gusta el encuentro noctámbulo
y el show del semen cuando salta que da calambre.


10. Con la ausencia

Cuando abro los ojos y no veo los tuyos,
curiosos e indiscretos, si es que no sería antes
que nada tu erección, bien dura, palpitante,
o no oigo tus hermosa y los demás murmullos,
me quedo consternada, pensando en los arrullos
de las mañanas en que deseaba abundante
que abrieras mis caderas y te postraras ante
la zona de mi cuerpo que gustases. Yo huyo
de estas sábanas solas, e invoco la ternura
de tus dedos, tu lengua, la pericia de aquéllos,
el ingenio de ésta, de todos la cordura
que me hacen perder, y me corren destellos
que obligan a mi mano a complacer la locura
que me causa tu imagen atrapada en mi cuello.



11. Polémica de coger con uno lindo pero boludo
(Homenaje a "Riesgo de celebrar la hermosura de las tontas" F. de Quevedo)

Mármol lo apodó mi ojo confundido
y me lo contradijo una mesada;
dije luz el color de su mirada
y me puteó este fuego, que hago y cuido.
De mano de cristal es engreído
y ni del caucho o goma es envidiada,
con él pensé a mi cama desbocada
cuando fue sólo afónico crujido.
Oyendo a Arjona y Coelho por ronce
nombré Quevedo y Mozart a su charla;
llamé al pene escultura de oro y bronce,
pero si metal fuera, al compararla,
sea eunuco, y quirúrgicos entonces
mis dedos por correr para empeñarla.


12. A los polvos malos

Sufre sin entender el pobre loco
qué es, para qué sirve y dónde va a estar
el clítoris o erógeno lugar
o lo que sea que saque el gusto a poco.
Este lienzo y adónde poner foco
no resultó tan fácil pincelar
por querer entender sin preguntar
un cuerpo más complejo que el barroco.
Aburrida del fracaso insistente,
sin encontrar una excusa oportuna
—y él sin cortar por miedo a que lo cuente—
concluye, por desgracia o por fortuna,
que al no explicar lo que se quiere y siente
termina siendo mala también una.


13. A uno que no puede con su cansancio

En el delgado borde de vigilia
resistís sin firmeza, casi tanta
tiene tu miembro, yo calculo en cuánta
cantidad de ademanes se concilia
tu sueño. Va tu voz que reconcilia
partes de alguna frase en la garganta
con ronquido esbozado que me canta
rastros de metafórica zoofilia.
Mascullarás obscenidades tiernas,
quizá. No entiendo bien. Quiero entregarme
al peso de tu cuerpo, es una roca
tu cráneo, una almohada mi entrepierna.
Estoy entre ignorarte o amigarme
con el insomnio y violarte la boca.



14. Diálogo entre dos canes
(Homenaje a "Diálogo entre Babieca y Rocinante", de M. de Cervantes Saavedra)

—Estoy en celo, ¿me montás?, vení.
—Sí, mirá, entró sin manos, qué proeza.
—Ja, pavote, empujá con mucha fuerza,
no doy más. —Lo noté cuando te olí,
te hago sextillizos. —No, salí.
—Tarde, imposible, es la naturaleza,
¿y crías por qué no, te da pereza?
—Montón, soy piel y hueso. —Sí, te vi.
—No sé cuál tengo más, hambre o lascivia,
es que no como. —A tu dueña: escracho,
o llorá. —Es que están muy encerrados,
y parece que nada les alivia,
la ama vive embobada con su macho,
y que nosotros más abotonados.


15. BDSM 1.
(Homenaje a "Mientras por competir con tu cabello", de Góngora)

La palabra de seguridad era
esternocleidomastoideo, ¿okey?
otra no vale, no rompas la ley
por más que llores te hago lo que quiera.
Dejame al borde, que sienta que muera,
soy perra, sucia, esclava y vos el rey,
ahorcame, rebencame como a un buey
que más me excita cuanto más fulera.
Gozan esclavo, buey, perro leal
antes que de esperar la muerte helada
gustando de otra muerte no real,
se burlan de ambas en la bufonada,
que el sexo que les dicen que es normal,
es tierra, es humo, es polvo, es sombra, es nada.


16. A una celosa de la comida

Jornada fría, lluviosa, perfecta
como para quedarme todo el día
con mi carne de ansiedad y porfía
ofreciendo a sus pupilas hambrientas.
Le di mis senos de mango caliente,
mi sexo un durazno dulce y carnoso
frutilla mi lengua, gajos jugosos,
toda mi pulpa para que se tiente,
y frutas literales prefirió...
Dos horas rellenando una colita,
no la mía, precisamente no,
una al horno, con miel, ajo, papitas.
Me pondría la gurmé en el totó
para que tenga con las dos la cita.


17. A un sueño esdrurótico

Por más que en general estoy besándote
con un entusiasmado empeño lírico
el seso se distrae anarco, onírico,
y reemplaza el gerundio por cortándote,
sin juzgar lo que gozo yo chupándote
ni escapar de ejercer mi rol vampírico
delirando hasta el colmo en lo satírico
vigilo el fuego en el que estoy asándote.
Si sos víctima de un sueño antropófago
me encanta la visión fantasmagórica
con mi propia persona de sarcófago.
También rehúso esa excusa alegórica
y te siento recorrerme el esófago
sin oniris, sin ficción, sin retórica.



18. BDSM 2
(Homenaje a "¡Avanti!" de Almafuerte)


Si me postrás diez veces, te lo admito,
o las que quieras, cien o mil quinientas,
nunca son suficientes o violentas
como para no reforzar el rito.
Con la pasión bestial con que ahoga el grito,
agarra, tira, sacude y aprieta
o me mima cuando estoy somnolienta
la misma mano que tejió el nudito.
Un desprejuicio animalmente fuerte,
esposas, vendas, cera, chirlo y trazos
de una cuerda que marca el espinazo.
Y yo confío en vos más que en la suerte
aunque prefiero que aflojés el brazo
cinco segundos antes de la muerte.



19. Al optimismo frente a la incertidumbre de no saber si te veré
(Homenaje a "¡Piu avanti!" de Almafuerte)


No me doy por vencida ni advertida,
no me digas que no ni aunque no puedas,
pongo fe en la insistencia y quizá cedas
a mi exageramiento de sufrida.
Tengo el tesón del can que por su vida
necesita del dogui y te lo ruega,
que a tu llamado da confianza ciega
y menea la cola a lo que pidas,
al maíz que me des, feliz te grazno,
tu escribiendo es mi aullido en luna llena,
a tu en línea soy terca como un asno,
sonrío al celular, noticia buena
porque envié el emoji del durazno
y respondiste el de la berenjena.

Círculo enviciado

yo no puedo escribir nada
a mi no me pasa nada
interesante
ni nada
tengo que inventar que otros escriben
no lo que quiero escribir
porque tampoco quiero escribir nada
es solamente
para hacer algo
pero sobre todo
leer
es que me divierte leer
lo que otros escriben
pero me aburre
leer
lo que ya está dicho

mi cerebro muchas veces me pide
deprimirme entonces me exagero males,
o la empatía de dolores ajenos
llega al absurdo,
o invento personajes que sufren de verdad
(¿de verdad?),
yo sufro porque invento que sufro
y lo termino creyendo
por lo tanto sufro.
Nada es mentira
pero todo es falso,
y comparando mis ideas a mis células
veo que estás en la misma:
existen o no,
depende cómo se las mire
o quién las describa.