viernes, mayo 24, 2019

El viento de la esquina

Hoy no me di cuenta y salí sin bombacha
y con la calza un poco descosida
justo ahí donde las cuatro costuras se juntan
y llegando al cruce de las calles
un viento o un polvo o no sé qué
se metió en ese punto y me hizo cosquillas
que me provocaron apretar las cejas,
mi respuesta inmediata quiso ser y no pudo
meter la mano y pellizcar
pero en una esquina había dos policías
masculinos y afirmativos
les esquivé mi mirada
femenina y negativa
y miré otra esquina
donde de un camión en la puerta del chino
descargaban mercadería
hombres también
también con ojos en la cabeza
las otras dos esquinas también
eran ojos de hombre,
apreté las piernas y meneé el paso
como para rascarme sin manos
y me acordé de mis catorce años
y mis catorce pajas diarias
mis épocas de asexual en las que la idea de tocar
cualquier otro cuerpo
que no fuese el mío
me daba
asco
quizá no sea
asco
la palabra
más bien desinterés y timidez extrema,
esa época en que también esquivaba miradas de varones
como para que una mampara me separe del mundo
y también me inmunice del aburrimiento de la escuela
y sobre todo
sobre todo
no me censure las pajas.
Ahora el equivalente sería que me inmunice
del tedio de salir a la calle sin poder disfrutar al máximo
la calle misma,
prefiero los adoquines a tu cara
el asfalto a tu existencia
este cielo, este polvo de brisa y hasta un diluvio al boceto de tu figura.

También me hicieron acordar
–los ojos y mi caminada–
a mis once años
y al nene que gustó de mi toda la primaria
y me acosó durante años,
a mí un poco me gustaba
con su actitud atorrante,
y en una fiesta en la escuela a la que fui de minifalda,
cosa rarísima porque me cohibían mis patas de flamenco
pero ese día estaba cómoda con el viento en la entrepierna,
le pasé cerca y me contorneé como una gata de lo feliz que estaba
y quise gustarle más,
él lo advirtió y se burló al día siguiente
y dijo que mi amiga estaba más linda,
que qué me creía, que qué me hacía,
yo me quedé sin entender entonces
qué es lo que le gustaba de mí,
si que él decidiera cuándo tenía que ser linda
o que no tuviera derecho a sentirme linda por mi cuenta.
Desde tan al principio
las miradas de los varones
te dicen quién tenés que ser.

Cuántos escrotos habremos visto rascarse en la calle.
Cuántas pijas anónimas vimos
antes de entender
la vulva en primera persona.

Medio sin querer,
en el tiempo que demoro en cruzar esta calle
mientras me siento inhibida
frente a miradas de varones de cuatro esquinas
y miro al cielo o al asfalto que no juzgan,
pienso en mi vida y mi relación con el mundo
suena demasiado amplio lo sé
pero los sentimientos llegan como un flash.

En qué momento del crecimiento
el cuerpo se empieza a sentir como otro
y lejano o ajeno.
En qué paso cruzando la calle
llega el punto máximo de desprendimiento
de mi voluntad y mi materia.

Me siento poco inteligente con el cerebro totalmente embebido de paranoia.
Pienso que siempre fui algo tonta –y quién no
que siempre gustó más de lo que imaginaba que de lo que veía,
no me pidan tantas reflexiones
porque soy abstraída
no hago mucho juicio
disfruto
o padezco.
Creo que fui inteligente
hasta los trece o catorce años,
cuando la interpretación cultural
a la que se someten las hormonas y los físicos
me obstruyó el cerebro, la voluntad,
la creencia en la libertad,
la curiosidad,
lo peor de la adolescencia no es la estupidez
que nos dicen que padecemos
y la que padecemos
o la torpeza
sino la obligatoriedad a ser útil,
a servir
en el sexo
en la producción.

Crecí callejeando
y sintiéndome dueña de mis pasos
pero nomás hasta que por mi culpa
cambió el mundo conmigo más que yo
mientras el tiempo marcaba en mi cuerpo
ser la necesidad de los extraños,
preferí entonces crecer encerrada
entre fantasías, libros y música.

Crecí tocando el piano y así
no tenía que darle explicaciones
a nadie de nada
sólo era mover los dedos
y disfrutar la música
el correr del tiempo
la mirada libre
el pensamiento en sí mismo
fuera del texto
una danza en miniatura.
Crecí masturbándome y así
no tenía que darle explicaciones
a nadie de nada
sólo era mover los dedos o mover mi cuerpo
y disfrutar la sangre
el correr del tiempo
la mirada libre
el pensamiento en sí mismo
fuera del texto
danza inmedible.
Crecí inventándome gente y así
no tenía que darle explicaciones
a nadie de nada
ni fumarme a la gente que analiza
que creen que entienden a las personas antes de percibirlas
que dan consejos sin pedirlos,
el pensamiento en sí mismo
fuera del texto y las miradas,
tampoco me gustaron mucho las preguntas que piden explicaciones
pensamiento manipulado
lejos de sí mismo,
nunca supe bien qué responder
creo que siempre fui medio una tonta
que nunca supo bien qué responder
que se aburre de la gente que cree que es inteligente
todos saben tanto
tanto
definiendo todo
son tan cansadores.

Cruzando la calle intento imaginarme mi cuerpo visto desde afuera
y no puedo evitar sentir
la ridiculez de la existencia.

Antes de ser ridícula fui niña.

A mis seis años me vio un nene
          desnuda y tocándome
durante una década o más no me importó
pero después aprendí que por eso había que tener vergüenza
y la padecí en retrospección
pero más padecí a los ineptos
que no saben
ni desnudarte ni tocarte
espero que aquel nene haya aprendido aunque sea
que las nenas pueden hacer esas cosas

            solas.

Mi caminata desea ser lo único.

Me pienso de vez en cuando
–para no llegar al horror del aburrimiento–
como si fuese una recién llegada desde otro planeta
y hago el esfuerzo (casi siempre inútil) de admirar.

El cordón de esta vereda es idéntico
a tantos, a aquel que trajo el recuerdo
de ese atardecer
en el que tres compañeritos –líderes y galancitos–
me acorralaron muy cerca y una cabeza más altos,
y traían la consigna debatida:
tenía que elegir uno de ellos que me gustara
no podía no elegir
no podía no
pero no tenía respuesta
el cerebro no entendía
por qué estaba oyendo eso
y por qué tenía que responder,
solamente estaba inundado por el deseo
de desaparecer de ahí
de volver con mi abuela
a su guarida salvadora
sin inquisiciones y con opciones infinitas
de sentidos novedosos
a tomar café con leche
y seguir viendo los dibujitos,
no sé qué elegí
los tres me parecían indiferenciables
con cara de esternón, voz de orden y personalidad neutra,
desde tan al comienzo entendemos
las opciones como pocas
restringidas
invariables
me acordé de otras veces peores
en que no pude
decir que no
que no encontré la opción
liberadora de la negación,

cómo se plasma el texto
del que no tiene palabras
con qué gesto habla,
todos esos textos que hemos oído
que nos han obligado a pensar como ellos
todas las tres opciones aburridas
tres opciones pocas
qué tan hondo se nos metieron en el entendimiento
cómo han logrado que pensemos antes que deseemos.

Cuántas veces ni el no es suficiente
que dan ganas de inventar otro concepto más allá, un no más no,
con qué poco te pueden hacer no existir
ni decidir
cuando no tenés palabras.

Aprieto mis muslos entre sí
mi sexo no existe para el mundo

es lo que él decidió que sea.

Quién mira los pasos de una sonámbula
y sobre cuáles recuerdos deambula.

Ahora, veinte años después de mi primera menstruación
voy aprendiendo a convivir
creo
estoy más relajada
identifico mejor
quiénes me caen bien
siempre es más fácil sentir empatía por
seres ficticios o animales o ídolos
porque son convenientes o sumisos
y nuestras mentes los moldean a nuestro placer
o nos hacen sentir que somos ellos
pero creo que el desafío está frente a las narices
y que el enemigo es mayor y mucho
más abstracto que cuerpos individuos
sacos de tripas, ojos, sangre, mierda.

En qué momento el cuerpo propio
dejará de sentirse como otro
lejano y ajeno.

Disfruto el sexo con otro cuerpo
hace bastante poco,
pensando en los años de actividad,
siento que estoy vengando y homenajeando
a la niña pajera que fui
y sacándome de encima la frigidez que me dejaron
los cuerpos y miradas indeseables
de aquellos de quienes los hombres buenos
dudan de su existencia
aunque sean ellos mismos.

Igual me creo más libre
por esa vocecita interna y autoritaria
que me grita
empoderate
y yo trato lo más que puedo
y a veces creo que lo hice
pero sigo nadando en mi cerebro bobo
de pocos e intensos placeres,
de muchos y banales disgustos,

me creo más libre
y el desengaño me escupe a la cara
por ejemplo ahora
después de atravesar el viento de la esquina
porque aún no termino de cruzar la calle
y estoy puteando por dentro
con el culo fruncido y la concha seca
porque las miradas de los ratis
que infectan toda esta ciudad apestosa
no me dejan rascarme el papo izquierdo.

domingo, mayo 19, 2019

Teatros con presencias

Lola es la ama del teatro.
Tiene en cada célula una sílaba o nota musical de cada obra representada en la sala. De algún magnético modo atraviesan las paredes, bajan las escaleras, recorren los pasillos y llegan hasta el cuerpo gordo y cómodo de Lola.
Nunca vio la luz del sol, sus andanzas van siempre por el mismo camino, un pasadizo rodeando un cuadrado con todos los camarines al centro.
Es la compañera de los artistas, de esos visitantes, de esos huéspedes sin su permiso, que al menos les rascan el lomo y la suben a sus historias de instagram con miles de  seguidores.
Nadie le da de comer. Su panza le cuelga turgente y se bambolea al compás de sus pasos.

Los gatos siempre saben ir adonde están los fantasmas.

miércoles, mayo 15, 2019

Poema (bosta) de amor en prosa (o sea palabras todas seguidas)

Quiero escribir un poema en prosa, sin tener que contar sílabas ni sospechar rimas, y no sé bien qué hacer, claro, porque con versos cortos y espacios es más fácil que suene a poesía la cosa. Ahí usé un punto. Y es la misma trampa. Digo. Punto. Y pausa. Y la cadencia de las palabras cambia. Por ejemplo recién. Quiero escribir un poema en prosa pensando en vos, poema de amor, o algo así, pero con el sueño no sé en qué labios pensar, si en los del karaoke o en los del cunnilingus, y se me superponen las ideas, las visiones, se aglomeran las palabras. La poesía me dice que no tiene que ser narración, y me relajé de esa opción, entonces me surgen imágenes. Me pareció una linda imagen esa, la de tus labios, pensar en ellos, para iniciar un poema, tu voz también. No sé cómo escribir un poema de amor sin sonar cursi, sin sonar a mal hecho, sin decir estupideces que precisen del enter para quedar disimuladas. Pausa. Dejar pausa acá. Y pensar en el silencio. Respirar. Mirar a un costado, como dudando. Busco cómo decir algo en palabras, yo no entiendo las palabras, no sé acomodarlas y sentir que dicen lo que soy. Yo no soy en palabras. Detenerse. Seguir. Me imagino a mí misma como una flor llena de néctar, y a vos como un colibrí sediento. Qué bosta, qué obvio. Se me murieron las metáforas, con vos soy pura literalidad, te quiero cerca, pegado a mi cuerpo, adentro de mi cuerpo. Te quiero todo el cuerpo y todo eso que tu cuerpo hace. Cantar. Coger. Mirarme con los ojos entrecerrados cuando soy tu modelo vivo. Me aburren los poemas de amor, tener que ser romántica y decirte cuánto cuando te pienso o veo me vibran las pupilas, la piel y el culo. O pensamientos poéticos al estilo de que mis dedos extrañan tus labios, para acariciarlos antes de pasar la lengua por ellos. El país es un asco ahora y me enamoré de vos en plena mierda. Y bla. Pero no voy a hacer eso. Insertar frase rebuscada e ingeniosa aquí (tengo la sensación de una frase así pero no las palabras). No voy a contraponer el horror de la realidad a lo hermoso de nuestro amor. Analogía misteriosa e indescifrable. Como si tuviera que ver una cosa con otra. Como que así parezca más hermoso, más intenso, más valiente. Oxímoron predecible. Más que así nos necesitamos más. Bla. Puro bla. Porque la verdad que nos da lo mismo, nos da lo mismo aunque sepamos que mientras nosotros culeamos están destruyendo el mundo y nuestro propio escepticismo nos corroe también por dentro, culearíamos lo mismo en el edén o en un apocalipsis zombie. Supongo y suspiro. Pienso en tus ojos para hacerme la que me inspiro. Me distraigo con el silbido débil de mi respiración contra un moco seco en mi narina izquierda, qué nota será, me lo saco con el meñique, lo hago una bolita y lo tiro mientras pienso en qué pensar. Miro al gato que duerme y pienso en esas conclusiones tan charladas sobre que los animales no saben de la muerte, o del futuro, o el movimiento de los astros, o no saben que no saben, o no saben que no saben que saben, o que nosotros no sabemos qué carajo saben. Lo miro y pienso qué cruel fue la naturaleza, en hacer a esos bichos más hermosos que a nosotros, así es muy difícil que no existan las guerras, o la xenofobia, y seguramente no padeceríamos tanto la hora pico del subte si estuviera llena de gatos en vez de gente. En fin. Vuelvo a vos y al asunto del amor. Pienso en las poetisas que admiro, y cómo escribieron sobre su sufrimiento y los chongos que las hicieron sufrir, y pienso que quizá yo no pueda escribir porque no sufro. Creo que si me hicieras sufrir ni mierda que te hago un poema. Mi energía quedaría absorbida por mi odio, me juntaría con mis amigas a putearte, releería todo el guasap desde el día uno para sentir la carcomida despedazadora de la nostalgia masoquista, lloraría mordiendo la almohada como una puberta, terminaría de odiarte y te bloquearía para siempre de las redes, haría un dibujo con tu forma y lo llenaría de alfileres clavadas, respondería dócil a las consignas que me aleccionan sobre lo mierda que es el amor y el cuento de enamorarse. Pero bueno. Acá estoy, sintiendo la piel incómoda sin tu piel cerca, viendo que el espacio es insulso con el vacío de tu volumen. No tengo remate para este no poema deforme. Lo dejo sin final. Para retomarlo cada vez que me acuerde de vos y no tenga ganas de llamarte ni de pajearme ni de stalkearte por quincuagésima vez ni

martes, mayo 14, 2019

El cuarto de Barracas

Creo que en mi habitación hay fantasmas y quieren que me vaya.
Este es el barrio porteño de barracas.
Y este es un muerto como tantos enfermo de fiebre amarilla, que antes de morir mató a su patrón porque había violado a su novia. Supuso. Se levantó moribundo de la cama, con los ojos rojos incendiados, vomitando sangre y delirando, porque soñó o imaginó que su mujer, que nunca estuvo embarazada, paría una criatura de ojos verdes como los del patrón. Le clavó un vidrio en el ojo. De la sorpresa ni alcanzó a reaccionar el viejo. Qué loco será el cuerpo que como reflejo mientras le entraba el vidrio tuvo un comienzo de erección. Final y senil. Tirado encima echándole el aliento apestoso murió el negro, y se desplomó boca contra boca, muriendo a la vez con las sangres desordenadas.
Esos dos muertos quedaron en la habitación hasta hoy.
Lo sé porque un día sentí crujir y partirse él solito un vidrio.
Otro día, sentada e inmóvil, pensado en alguna banalidad al estilo de ir a la verdulería, sentí una brisa en el ojo.
En la habitación hay un sótano. El piso es de madera, los pasos suenan a hueco acá. No me estaría animando tanto a bajar. Tampoco es que me asuste mucho la idea. Estoy en ese punto medio de la desidia. Necesito una motivación para correr un mueble y levantar esa puerta.
Pero estoy tirada en la cama mirando el techo que está como a cinco metros y pensando que quizá la mirada de este fantasma, cuando aún no lo era y tenía ojos en el cráneo, recorrió exactamente el mismo punto de coordenadas del mundo que mis ojos.
Me esfuerzo buscando en ese pensamiento aquella sensación abismal y reveladora que sentía de niña cuando pensaba cosas por primera vez, y no lo consigo. En qué momento el escepticismo invadió todas mis emociones. Estoy vieja o estoy por morir. Me pregunto.
No puedo ir al sótano. Estoy ocupada mirando el techo y aburriéndome.
Pero las maderas crujen.
Insistiendo e invitando.
Yo por lo pronto estoy cómoda.
Nunca me gustó la soledad ni me dio impresión la sangre.

viernes, mayo 10, 2019

Lluvia vertical

Las gotas de lluvia suenan sobre el plástico del techo.
Caen persistentes. Confirmadas. Indudables.
Con verdad de agua que cae en un techo.
Hay algo mucho más real en esas gotas
                                          que en toda la historia
                                          de la humanidad.
Cuando quiero ignorar las certezas éticas
que invaden mi cerebro
                          prejuicioso
                          inauténtico
                          contaminado
                          convencido
                          manipulado
       por el sistema
       pero también
       por aquellas otras reglas
                                    que imponen
                            quienes pretenden
                            romper el sistema
me concentro entonces
en la lluvia
en algo tan concretamente inabstracto
                   como el sonido de las gotas
                                 estrellándose
                                 y rompiéndose
                                 y dejando de existir
                                    o todo lo contrario
                                                   multiplicándose
                   en un techo.
Ese sonido debe ser casi idéntico
       a las primeras gotas que cayeron
                              de la primera nube
       o a cualquiera que vayan a caer
                              desde posibles e infinitas nubes.
Esa certeza es la misma
que la de que todo puede empezar
otra vez.

sábado, mayo 04, 2019

Pornografía en sonetos


1. A Cupido,
(Homenaje a "A Eros", de Alfonsina Storni)

Acechabas, te vi y abrí el pescuezo
con tu propio flechazo que movías,
aproveché yo también para herirme
y me clavé tu angelical corona.
Mientras morías desnudé mi vientre,
temblaban tus pupilas engañosas,
extirpé de un tirón tus ojos de oro
y sin apuro los metí en mi sexo.
Carneé de punta a punta el torso triste
y exhibí al cielo negro mis hazañas.
Viéndonos se apareaban las sirenas
y en las montañas de la playa albina
yo con tus vísceras. Lavó la luna
la sangre que no bebí con las olas.



2. Al espejo
(homenaje al de J. L. Borges con ese título)

¿Por qué persistes, pervertido espejo,
en duplicar la bestia de ocho piernas,
ocho o más, con otro espejo, eternas,
y empeorarnos afuera del reflejo?
Eres como un nosotros mejorado,
me salvas del escorzo y me muestras
con los cuerpos completos cómo entra
por rincones de mí ya no ocultados.
El hecho de existir en ti más bellos,
te agrega magia, y más magia a ellos,
y a nosotros la envidia de entender
que de tan verdaderos que se ven
lo son más que nosotros, y aún más:
su goce es más y más y más y más.


3. A un sueño húmedo o una fantasía, no sé

Yendo a verte en el espacio pringoso
del verano que sube calcinante
adelanto la humedad penetrante
del espejo que nos mira morboso.
Un pulpo me levanta cariñoso,
lento y entre mis nalgas palpitante,
levito en la caricia fascinante
que es metáfora de vos fogoso.
Pero es que no se coge con poesía,
ni con sueños o un recuerdo vivaz,
ni con decir qué te haría y me harías,
aunque ya que me voy a calentar,
poniendo en amor propio mi energía,
reveo los videos de guasap.


4. 69
(Un poco de homenaje a O. Girondo y a "Amor constante más allá de la muerte" de F. de Quevedo)

Se chupan, se babean, se penetran,
el poema está escrito en el colchón
y en seis nueve el compás de la canción
que hacen con las lenguas y sin letra,
ese espejo asimétrico que encuentra
veinte dedos, huecos cinco y montón
de líquido que ayuda hasta el dofón
que quepa entero o no según qué entra,
cabeza que conoce bien el yeite,
juguetes que de a un par se han metido,
multiorgasmos que tanto fuego han dado,
cada uno, embebido en aceite,
sexos, bocas, anos serán queridos,
polvo echarán, mas polvo enamorado.


Tres sonetos de contradicciones, homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz


Relativismo
("Correspondencias entre amar o aborrecer")

Algo que me batió un desconocido
resulta seca concha por odiado,
si lo mismo decís vos por deseado
se me chorria hasta el suelo de fluido.
Si en la calle cualquier gil atrevido
apoya, toca, muestra o es sarpado,
vos podés hacer todo y ser amado
por lo mismo que el otro aborrecido.
Será que cuando estás a la distancia
la mierda abusadora más padezco,
en contraste, el celo se hace fuerte
porque medio que son las mismas ansias
con las que quiero a quien mi cuerpo ofrezco
que con las que a quien odio quiero muerte.


Desencuentros
("Prosigue el mismo asunto y determina que prevalezca la razón contra el gusto")

Lo que quiero atrás tengo adelante,
si abajo querés ir te pongo arriba,
querés quedar conforme con saliva
lo que pienso llenar de lubricante.
Cuando esperás que sea dominante
te ruego que me ates bien pasiva,
si te da por tomar la iniciativa
ya te puse como quise triunfante.
Si pedís el perrito yo no quiero,
insinuás el seis nueve y pido rana,
sin coordinar difícil que se encaje.
Pero frente a la opción antes prefiero
cogerte por el culo aun sin ganas
que poner yo el mío y se te baje.

Inconformismos
("Resuelve la cuestión de cuál sea pesar más molesto en encontradas correspondencias: amar o aborrecer")

Quizás el más perfecto no se siente
tan fuertemente como era esperado
y uno más raro o medio doblado
desde algún ángulo al ge le da fuerte.
Si a uno discrimino por diferente,
otro me frustra por soblevaluado,
si alguno no funciona en cierto lado
otro hueco lo va a hallar preferente.
Cuando flasheo con la variedad
a veces me voy para lo fantástico,
busco escaparme de la soledad
e invento un imposible plan orgiástico,
y si me aburro de los de verdad
desprecio a todos y agarro el de plástico.


8. Uno para un graffiti

Desde el principio que estoy encantada
con tu voz, ojos, cuerpo, y la manija
que tengo ni bien recuerdo tu pija
me tiene suspirando y bien mojada.
Así es como estoy de enamorada,
que en mis labios tengo la idea fija
de que pase tu lengua y no se aflija
mi concha por estar ya preparada,
por eso que tus manos me provocan
con mimos suaves o apretones duros,
para tenerte adentro y como loca,
en plena luz del día o en lo oscuro
siempre pienso en los besos de tu boca
y en cuánto la extrañamos con mi culo.


9. Premoniciones

Amanezco inventando imágenes y frases
para hacer y decirte cuando tu cierre aprieta
y mi mano adivina qué quiere la bragueta,
que se hincha y empuja advirtiendo qué hace.
Cuál es tu favorito, no sé, donde pasase
resbalando tu glande, de piel tersa y violeta,
suave, hondo, constante, la caricia perfecta
por cualquier agujero al que quieras que entrase.
Son muchas más las ganas que las opciones (tres)
de sentírtelo adentro, y apurar el preámbulo
de mirarlo crecer, de tocarlo con hambre,
y el paladar se moja por saber bien que ves
lo mucho que me gusta el encuentro noctámbulo
y el show del semen cuando salta que da calambre.


10. Con la ausencia

Cuando abro los ojos y no veo los tuyos,
curiosos e indiscretos, si es que no sería antes
que nada tu erección, bien dura, palpitante,
o no oigo tus hermosa y los demás murmullos,
me quedo consternada, pensando en los arrullos
de las mañanas en que deseaba abundante
que abrieras mis caderas y te postraras ante
la zona de mi cuerpo que gustases. Yo huyo
de estas sábanas solas, e invoco la ternura
de tus dedos, tu lengua, la pericia de aquéllos,
el ingenio de ésta, de todos la cordura
que me hacen perder, y me corren destellos
que obligan a mi mano a complacer la locura
que me causa tu imagen atrapada en mi cuello.



11. Polémica de coger con uno lindo pero boludo
(Homenaje a "Riesgo de celebrar la hermosura de las tontas" F. de Quevedo)

Mármol lo apodó mi ojo confundido
y me lo contradijo una mesada;
dije luz el color de su mirada
y me puteó este fuego, que hago y cuido.
De mano de cristal es engreído
y ni del caucho o goma es envidiada,
con él pensé a mi cama desbocada
cuando fue sólo afónico crujido.
Oyendo a Arjona y Coelho por ronce
nombré Quevedo y Mozart a su charla;
llamé al pene escultura de oro y bronce,
pero si metal fuera, al compararla,
sea eunuco, y quirúrgicos entonces
mis dedos por correr para empeñarla.


12. A los polvos malos

Sufre sin entender el pobre loco
qué es, para qué sirve y dónde va a estar
el clítoris o erógeno lugar
o lo que sea que saque el gusto a poco.
Este lienzo y adónde poner foco
no resultó tan fácil pincelar
por querer entender sin preguntar
un cuerpo más complejo que el barroco.
Aburrida del fracaso insistente,
sin encontrar una excusa oportuna
—y él sin cortar por miedo a que lo cuente—
concluye, por desgracia o por fortuna,
que al no explicar lo que se quiere y siente
termina siendo mala también una.


13. A uno que no puede con su cansancio

En el delgado borde de vigilia
resistís sin firmeza, casi tanta
tiene tu miembro, yo calculo en cuánta
cantidad de ademanes se concilia
tu sueño. Va tu voz que reconcilia
partes de alguna frase en la garganta
con ronquido esbozado que me canta
rastros de metafórica zoofilia.
Mascullarás obscenidades tiernas,
quizá. No entiendo bien. Quiero entregarme
al peso de tu cuerpo, es una roca
tu cráneo, una almohada mi entrepierna.
Estoy entre ignorarte o amigarme
con el insomnio y violarte la boca.



14. Diálogo entre dos canes
(Homenaje a "Diálogo entre Babieca y Rocinante", de M. de Cervantes Saavedra)

—Estoy en celo, ¿me montás?, vení.
—Sí, mirá, entró sin manos, qué proeza.
—Ja, pavote, empujá con mucha fuerza,
no doy más. —Lo noté cuando te olí,
te hago sextillizos. —No, salí.
—Tarde, imposible, es la naturaleza,
¿y crías por qué no, te da pereza?
—Montón, soy piel y hueso. —Sí, te vi.
—No sé cuál tengo más, hambre o lascivia,
es que no como. —A tu dueña: escracho,
o llorá. —Es que están muy encerrados,
y parece que nada les alivia,
la ama vive embobada con su macho,
y que nosotros más abotonados.


15. BDSM 1.
(Homenaje a "Mientras por competir con tu cabello", de Góngora)

La palabra de seguridad era
esternocleidomastoideo, ¿okey?
otra no vale, no rompas la ley
por más que llores te hago lo que quiera.
Dejame al borde, que sienta que muera,
soy perra, sucia, esclava y vos el rey,
ahorcame, rebencame como a un buey
que más me excita cuanto más fulera.
Gozan esclavo, buey, perro leal
antes que de esperar la muerte helada
gustando de otra muerte no real,
se burlan de ambas en la bufonada,
que el sexo que les dicen que es normal,
es tierra, es humo, es polvo, es sombra, es nada.


16. A una celosa de la comida

Jornada fría, lluviosa, perfecta
como para quedarme todo el día
con mi carne de ansiedad y porfía
ofreciendo a sus pupilas hambrientas.
Le di mis senos de mango caliente,
mi sexo un durazno dulce y carnoso
frutilla mi lengua, gajos jugosos,
toda mi pulpa para que se tiente,
y frutas literales prefirió...
Dos horas rellenando una colita,
no la mía, precisamente no,
una al horno, con miel, ajo, papitas.
Me pondría la gurmé en el totó
para que tenga con las dos la cita.


17. A un sueño esdrurótico

Por más que en general estoy besándote
con un entusiasmado empeño lírico
el seso se distrae anarco, onírico,
y reemplaza el gerundio por cortándote,
sin juzgar lo que gozo yo chupándote
ni escapar de ejercer mi rol vampírico
delirando hasta el colmo en lo satírico
vigilo el fuego en el que estoy asándote.
Si sos víctima de un sueño antropófago
me encanta la visión fantasmagórica
con mi propia persona de sarcófago.
También rehúso esa excusa alegórica
y te siento recorrerme el esófago
sin oniris, sin ficción, sin retórica.



18. BDSM 2
(Homenaje a "¡Avanti!" de Almafuerte)


Si me postrás diez veces, te lo admito,
o las que quieras, cien o mil quinientas,
nunca son suficientes o violentas
como para no reforzar el rito.
Con la pasión bestial con que ahoga el grito,
agarra, tira, sacude y aprieta
o me mima cuando estoy somnolienta
la misma mano que tejió el nudito.
Un desprejuicio animalmente fuerte,
esposas, vendas, cera, chirlo y trazos
de una cuerda que marca el espinazo.
Y yo confío en vos más que en la suerte
aunque prefiero que aflojés el brazo
cinco segundos antes de la muerte.



19. Al optimismo frente a la incertidumbre de no saber si te veré
(Homenaje a "¡Piu avanti!" de Almafuerte)


No me doy por vencida ni advertida,
no me digas que no ni aunque no puedas,
pongo fe en la insistencia y quizá cedas
a mi exageramiento de sufrida.
Tengo el tesón del can que por su vida
necesita del dogui y te lo ruega,
que a tu llamado da confianza ciega
y menea la cola a lo que pidas,
al maíz que me des, feliz te grazno,
tu escribiendo es mi aullido en luna llena,
a tu en línea soy terca como un asno,
sonrío al celular, noticia buena
porque envié el emoji del durazno
y respondiste el de la berenjena.

Círculo enviciado

yo no puedo escribir nada
a mi no me pasa nada
interesante
ni nada
tengo que inventar que otros escriben
no lo que quiero escribir
porque tampoco quiero escribir nada
es solamente
para hacer algo
pero sobre todo
leer
es que me divierte leer
lo que otros escriben
pero me aburre
leer
lo que ya está dicho

mi cerebro muchas veces me pide
deprimirme entonces me exagero males,
o la empatía de dolores ajenos
llega al absurdo,
o invento personajes que sufren de verdad
(¿de verdad?),
yo sufro porque invento que sufro
y lo termino creyendo
por lo tanto sufro.
Nada es mentira
pero todo es falso,
y comparando mis ideas a mis células
veo que estás en la misma:
existen o no,
depende cómo se las mire
o quién las describa.