miércoles, septiembre 30, 2020

Funeral

En el funeral del Sr. Hernández, sus tres amantes tenían tribulaciones muy diferentes. La oficial rechazó con notorio desprecio un sanguchito de miga con palta y nuez, convencida que su ofuscación se debía a su supuesta creencia que estos dos ingredientes no combinaban, cuando el real motivo era la inconveniente presencia de las otras dos amantes y los celos que le causaban, aunque sabía por palabra del difunto que con una de ellas nunca había hecho el amor, y curiosamente los celos que le provocaba esta conexión no carnal eran peores, como si eso la convirtiera en un ser más especial, o quizá lo que le enfurecía era no sentir celos en absoluto y aburrirse en la posibilidad de entablar incluso amistad con ella, la que imaginándola fuera de este contexto hasta le caía bien. Al tercer año de psicoanálisis pudo desentrañar esa cadena emocional: palta y nuez, celos, no celos, aburrimiento, simpatía intolerable. Una sofisticada manera de perderse de tener una amiga y que le costó los altos honorarios de su analista. Esta amiga que no fue, al menos en los tres años siguientes, estaba consternada por una profunda incertidumbre causada por una charla telefónica inconclusa con el difunto en la que éste le había comenzado a confesar algo inconfesable. La tercera de las amantes se torturaba con lo mal que se había deshecho del cuerpo.