lunes, noviembre 04, 2019

Océano

He ahí esos lobos de espuma
que muerden trazos de huellas,
caminatas de los muertos,
pasos antiguos y voces
inventados o borrados
y ancestros hasta moluscos
del día uno de mundo.
El mar engulle a las bestias
y a quien piensa que separa
esas mentiras que llaman:
extranjeros.
¿Alguna vez te engulló?
¿Quién no rozó en el mar los labios de la muerte,
aun en las fantasías de la muerte?
¿Quién no quedó en el hipnótico
movimiento de su espacio,
preso?
¿Te naufraga el infinito
por los huesos, por la sangre?
¿En qué barco como píxel
se va a anclar toda tu historia?
Si me dicen libertad
lo más que se me aparece
y que me da por decir
es el sonido, el olor,
ese olor,
ese sonido de furia,
ese confiar que le temen
hasta los astros, los dioses,
que le hicieron homenaje
cerebros tristes, eufóricos,
desconsuelos, esperanzas,
masacres, mitos, suspiros,
que lo alimentan cadáveres
y vivientes lo desahucian.
Dicen desde otra galaxia
que quizás el mar no existe,
yo sin nada que perder
hundo los pies en el agua.