lunes, septiembre 13, 2010

Fin de cuento


Un hombre, de aproximadamente 90 años, está parado frente a un muro blanco y con el dedo índice va aplastando rítmicamente las hormigas que están sobre el muro, y una a una las hormigas van cayendo muertas al suelo. Después de un momento se detiene el hombre y mira hacia lo que ha dejado atrás: el muro blanco enorme, larguísimo, interminable, con cantidades casi infinitas de hormigas muertas al pie. Gira la cabeza y mira hacia lo que le queda delante, apenas un par de metros de muro atiborrado de hormigas vivas desde piso hasta arriba. El hombre suspira y dice, Carajo, me quedan todavía diez mil hormigas de vida.