martes, septiembre 14, 2010

O

           Él era ciego, pero además sordo.
           Así era como a su piel llegaba el mundo con tacones de punta, el viento era mucho más que decir rojo o azul o paisaje, el sol era de tibiezas cuatridimensionales, una fragancia era un ballet esculpido en el aire y en el tiempo; una comida, un espiar a los dioses creando cuerpos. Y en esa mente hay símbolos, imaginaciones, interminables, indescriptibles, que empiezan y terminan con la precisión de un vaho.
          Ah, cómo lo amé apenas lo conocí. Porque incluso siendo invento él, yo soy tan solo una sombra vibrante al ras suyo, y su nariz y su lengua, las causas de querer estar y emanar vida. Con él soy una percepción más física que supuesta: existo. El resto de los mortales me ve y me oye. Entonces soy un espectro mentiroso, creando imágenes cuando todavía no me he ido.